18/8/17

Nace una nueva ciencia criminalística

Investigadoras de la ciudad de La Plata avanzan en el estudio de hongos como un método pionero para resolver casos policiales. Su uso todavía no está validado por la Justicia en     nuestro país. 
 
En julio de 2009, tras la histórica nevada que cayó en LA Plata, la policía halló el           cuerpo de un hombre en una casilla abandonada. Debido al frío, el cadáver se había mantenido a salvo de la actividad de la fauna cadavérica y los insectos; pero no así             de los hongos que cubrían su rostro y sus manos. El detalle no pasó inadvertido a       Cecilia Tranchida, quien años más tarde, mientras buscaba una línea de investigación vacante a la que dedicarse como investigadora del CONICET, recordó la foto de aquel cuerpo y vislumbró que había un enorme potencial ahí.
"De haber estudiado esos hongos podríamos haber establecido, entre otras cosas,               la fecha en que esa persona murió", cuenta Tranchida, quien junto al entomólogo         forense Néstor Centeno y la doctora en Ciencias Naturales e investigadora de la                 CIC Marta Cabello abren camino en el campo de la micología forense, una rama           pionera de la ciencia criminalistica que recién comienza a asomar a nivel mundial.
El objetivo de la micología forense es "estimar intervalos post-mortem y                             post-entierro a partir de la biota fúngica hallada en cadáveres y fosas de entierro clandestino. Para eso nos basamos en la sucesión que experimentan los hongos,           desde los oportunistas hasta los específicos, conociendo qué especies se hacen     presentes en cada etapa de la descomposición del cadáver y relacionando esas           especies con los diferentes tiempos para estimar fecha de muerte si se trata de           hongos sobre cuerpos o tiempo de entierro si se trabaja con suelo", detalla la               doctora Tranchida desde el Instituto de Botánica Carlos Spegazzini de La Plata.
Y es que el trabajo de los micólogos forenses consiste en aislar tanto los hongos               que colonizan el cuerpo como diversas muestras de suelo que estén en contacto o               a determinada distancia de él a fin de analizar zonas donde se presume que pueden       haber habido cuerpos enterrados. Esas muestras son luego analizadas en el         laboratorio utilizando técnicas de micología clásica que les permiten hacer una identificación morfológica y genética de las especies encontradas.
"El primer resultado obtenido en esta línea de investigación es un estudio sobre         hongos de suelo en el marco de una investigación policial realizada recientemente               en la provincia de Buenos Aires" cuenta la investigadora, cuyo trabajo fue publicado           por el Journal of Forensic Sciences, una de las revistas científicas más prestigiosas             de la especialidad.
Si bien esta nueva línea de investigación criminal se perfila como un interesante complemento de la entomología forense -en especial cuando los cuerpos no han         sufrido la actividad de los insectos y la fauna cadavérica- su uso todavía no está           validado por la Justicia en nuestro país. "Por ahora no tiene valor de prueba porque             es una ciencia que todavía está en pleno desarrollo", explica Tranchida, quien           considera que es cuestión de tiempo hasta que se la empiece a aplicar.

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