Con opositores y sindicalistas, hubo protestas todo el día ante el Congreso
La mayoría de los dirigentes pasó por la carpa blanca y se mezcló con las personas que marchaban en la plaza.
Se respiró tensión. Ayer en la Plaza de los Dos Congresos manifestaron miles de personas a favor de la independencia de la Justicia y en contra del proyecto de reforma judicial./MARTIN BONETSe respiró tensión. Ayer en la Plaza de los Dos Congresos manifestaron miles de personas a favor de la independencia de la Justicia y en contra del proyecto de reforma judicial./MARTIN BONETTO
La mujer cruzó las manos por atrás de la nuca y se anudó fuerte la vincha celeste y blanca. Su amiga hizo lo mismo pero con una bandera que ató al cuello y que le caía hasta los tobillos. En un mismo movimiento, las dos abrieron las carteras y sacaron un ejemplar de la Constitución, que aplastaron contra el pecho. “Dale, ahora sí, dispará”, le pidieron al hombre que las acompañaba. El hombre hizo click con su cámara una, dos, tres veces y registró la escena. Después, las mujeres saludaron con un beso a un par de diputados que caminaban por la zona, insistieron con la frase “hay que sacarlos, a esta gente que nos gobiernan hay que ganarle” y se fueron. No estuvieron más de media hora.
Así fue el movimiento durante todo el día en el corredor que la oposición construyó entre la carpa blanca armada sobre la Plaza de los Dos Congresos y un acoplado de colectivo que hizo las veces de escenario sobre la avenida Entre Ríos, pegado a las rejas que están colocadas a los pies de las escaleras del edificio parlamentario. La gente iba y venía, preguntaba si había algún político importante, colgaba sus cartulinas con consigna anti-K y en el mejor de los casos se quedaba a oír algún discurso que se proyectaba en vivo por pantalla gigante. Sólo por la noche logró reunirse un número considerable de personas frente a la pantalla. Se respiraba tensión.
La composición fue heterogénea: desde los judiciales, que ayer pararon y se movieron en tándem con un grupo del sindicato de Camioneros, hasta militantes de la izquierda y piqueteros, caceroleros e independientes de clase media que cuando caía la tarde se sumaron recién salidos del trabajo, lo mismo que los jóvenes de la UCR. El lugar era un ámbito ideal para los opositores y nadie se lo quiso perder.
Al mediodía fue el turno de Mauricio Macri. El jefe de Gobierno llegó para pedir “más libertad, más democracia y jueces más cerca de la gente” y para defender la honestidad del presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti (ver...). Unas horas más tarde arribó Hugo Moyano. El jefe de la CGT compartió escenario con el líder de la CTA anti-K, Pablo Miceli y le pegó duro al Gobierno. Dijo que la ley de reforma judicial le hacía “acordar a la Banelco” porque los legisladores lograron votar la ley pero en las elecciones posteriores ninguno de pudo volver al Congreso y consideró que la movida oficialista “es una mentira más”.
A media tarde, cuando la columna de los judiciales y de camioneros ya no estaba, lo mismo que una larga lista de diputados que había pasado a saludar a la gente, llegó Roberto Lavagna. El paso del ex ministro se hizo sentir. La gente lo paraba, le pedía alguna opinión breve y lo alentaba: “Vamos, estamos con usted”. Lavagna se abrazó en la carpa con el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, en la que fue una de las postales del día. Ambos podrían ser candidatos en las legislativas de este año en una alianza con el PRO.
“Si se aprueba la ley, hay que usar todos los canales legales, incluyendo los tratados internacionales, para impedir su aplicación”, decía Lavagna.
Así fue el movimiento durante todo el día en el corredor que la oposición construyó entre la carpa blanca armada sobre la Plaza de los Dos Congresos y un acoplado de colectivo que hizo las veces de escenario sobre la avenida Entre Ríos, pegado a las rejas que están colocadas a los pies de las escaleras del edificio parlamentario. La gente iba y venía, preguntaba si había algún político importante, colgaba sus cartulinas con consigna anti-K y en el mejor de los casos se quedaba a oír algún discurso que se proyectaba en vivo por pantalla gigante. Sólo por la noche logró reunirse un número considerable de personas frente a la pantalla. Se respiraba tensión.
La composición fue heterogénea: desde los judiciales, que ayer pararon y se movieron en tándem con un grupo del sindicato de Camioneros, hasta militantes de la izquierda y piqueteros, caceroleros e independientes de clase media que cuando caía la tarde se sumaron recién salidos del trabajo, lo mismo que los jóvenes de la UCR. El lugar era un ámbito ideal para los opositores y nadie se lo quiso perder.
Al mediodía fue el turno de Mauricio Macri. El jefe de Gobierno llegó para pedir “más libertad, más democracia y jueces más cerca de la gente” y para defender la honestidad del presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti (ver...). Unas horas más tarde arribó Hugo Moyano. El jefe de la CGT compartió escenario con el líder de la CTA anti-K, Pablo Miceli y le pegó duro al Gobierno. Dijo que la ley de reforma judicial le hacía “acordar a la Banelco” porque los legisladores lograron votar la ley pero en las elecciones posteriores ninguno de pudo volver al Congreso y consideró que la movida oficialista “es una mentira más”.
A media tarde, cuando la columna de los judiciales y de camioneros ya no estaba, lo mismo que una larga lista de diputados que había pasado a saludar a la gente, llegó Roberto Lavagna. El paso del ex ministro se hizo sentir. La gente lo paraba, le pedía alguna opinión breve y lo alentaba: “Vamos, estamos con usted”. Lavagna se abrazó en la carpa con el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, en la que fue una de las postales del día. Ambos podrían ser candidatos en las legislativas de este año en una alianza con el PRO.
“Si se aprueba la ley, hay que usar todos los canales legales, incluyendo los tratados internacionales, para impedir su aplicación”, decía Lavagna.
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