Así lucía la Parroquia San José en 1939: sin torre y con una Secretaría Parroquial con ventanas ojivales como las puertas y ventanas de la misma Iglesia.
El propietario en ese momento era la Diócesis de La Plata que había recibido el terreno el 27 de diciembre de 1931 por donación de César de Olaso y Villar y otros.
La Iglesia se construiría en lo que fuera el patio de la casa y almacén de Ramos Generales de José Rufino de Olaso, entre las calles L. N. Alem, Sarmiento, Alsina y Necochea ya que para esa fecha la calle Hipólito Yrigoyen todavía era calle Alsina y la avenida Perón aún Necochea.
La Iglesia en 1939, tenía una superficie cubierta de 480 metros cuadrados con un frente de 15 metros sobre la avenida Sarmiento. Se había terminado de construir en 1933, y en la esquina, a la derecha de la foto se ve aún en pie la Casa de los Olaso, siendo inaugurada el 31 de marzo de 1935.
Ese día estuvo horrible: comenzó con una intensa lluvia en las primeras horas del domingo que inundó todas las calles de tierra del pueblo. Pero a pesar del frío y el barro, muchos se llegaron hasta el lugar para participar de la inauguración.
El día anterior había llegado en un tren procedente de Olavarría, el flamante Obispo de la Diócesis de Azul, Monseñor César Cáneva acompañado por otros religiosos pertenecientes al Obispado.
La Comitiva fue recibida en la Estación del Ferrocarril Roca por la Comisión Pro Templo incluidos el Intendente Municipal Pastor Umaran, el cura Párroco Mateo Silva, las autoridades comunales, asociaciones intermedias y un “numeroso pueblo”.
La bienvenida dada por el Intendente Umaran fue acompañada por salvas de bombas, la música ejecutada por la banda de Música local y los insistentes y entusiastas aplausos de la gente.
De ahí, fueron a pie por la calle Mitre hasta San Martín pasando por la casa del Dr. Isleño, sobre la misma calle San Martín (actual casa de la familia Pedano), donde se hospedaron “los ilustres visitantes”.
Al día siguiente, a las 8 de la mañana, se celebró “la solemne Misa” donde se escucharon las palabras del Obispo y la orquesta y el coro de señoritas que “tuvieron un desempeño escollante por la uniformidad de las voces y por la corrección de la parte musical”. En esa Misa tomaron la comunión más de 100 niños y por la tarde, hubo 382 confirmaciones en la que participó el sacerdote de Saladillo, Dr. Raed, quién ante la falta de luz y de espacio, debió pronunciar su alocución en la plaza pero con su potente voz llegó igual a toda la feligresía presente.
Las fiestas terminaron a la noche en la flamante Municipalidad, en una recepción ofrecida por el Intendente y con presencia de las damas de la Comisión, caballeros e invitados especiales.
A pesar de los esfuerzos, la Iglesia se mantuvo sin la torre durante 10 años más, hasta 1945. En esa fecha se hace cargo de la Parroquia el Presbítero Pedro José Wojcik, un polaco que con decisión se propuso construir la torre con el apoyo de muchas personas que realizaron donativos.
El Padre saleciano era electricista, relojero, muy activo, y él mismo inspeccionaba las obras de la construcción, observaba hasta los revoques y subía a los andamios hasta que un día se cayó, aunque sin demasiadas contusiones. Era un sacerdote de gran carisma con los niños que organizaba juegos de salón y estaba en contacto permanente con la gente, participando en los juegos al Billar, su actividad preferida.
Se reunía con otros señores en el Club Social donde jugaba a las cartas y… pedía dinero para terminar las obras del Templo y la Casa Parroquial.
La Casa Parroquial era “la casa del pueblo” donde todos entraban y salían a cualquier hora y casi sin pedir permiso. Su cordialidad y jovialidad ganó la simpatía y el cariño de General Alvear lo que motivo que, si bien falleció en Buenos Aires y fue trasladado a Ayacucho a la temprana edad de 44 años, la comunidad alvearense gestionó el traslado de sus restos al atrio de la Iglesia San José donde actualmente descansa.
A veces es necesario traer al presente personas y situaciones del pasado, comuniones, bautismos, Misas, procesiones y casamientos, momentos tristes y de alegría que han transcurridos en lugares comunes caros a los recuerdos de la población independientemente de su religión… Y también, como en este caso, momentos de donaciones y construcción de la Iglesia.
En 1940, con aportes de todos, algunos con más otros con menos, se logró que la Iglesia se viera completa y funcional.
Alguien hizo el esfuerzo alguna vez y no fue fácil.
Hoy son pocos los que se acuerdan y por eso es necesario recordar lo que tanto costó, más en situaciones como la actual ya que el último viento de fin del año 2018, se llevó las chapas de las mitad del techo de la Iglesia.
1939, Iglesia sin torre… 2019, Iglesia sin techo…
Nuevamente es necesario involucrarse, participar, para poder reponer lo que el viento se llevó y tal como sucedió hace más de 70 años, nuevamente festejar con música y canciones el esfuerzo de una comunidad alvearense solidaria.
Bibliografía:
- Revista del 75 ° Aniversario de la Parroquia. 2010.
- Archivo de la Casa de la Cultura y Rincón de los Recuerdos “Melitón Ruiz”.