Cuando en la noche del pasado martes 11 de diciembre leí el relato de esta Joven, sentí impotencia, bronca, dolor, mucho dolor. No es la primera vez que se expresa a través de las redes sociales para Gritar lo que vivió. Luego de pensarlo, decidimos contactarnos con ella, Guadalupe Santillan. Como el caso lo ameritaba y con mucho respeto nos pusimos a disposición entendiendo que lo que necesitaba, necesita es ser escuchada, que nos pongamos a su lado. Nuestro Único propósito, y se lo hicimos saber era ayudarla. Guada decidió, con mucho coraje, que publiquemos sus sentimientos, que vuelven aflorar vez más tras la grave denuncia contra Darthes.
SU PUBLICACIÓN:
“Llorar de dolor, de rabia, de indignación.
Te pueden molestar muchos otros puntos: el pañuelo, el color, la manera o lo que fuere, pero no se puede no creerle.
No deseo ni a mi peor enemigo, tal aberración.
Que no gritó, que cómo es posible que mientras abusada de ella, le recordara que tenía hijos de su edad. Que el tiempo, que los años que pasaron, que busca fama. Es real leer algo así?
Todo eso NO CUENTA, no se justifica. A ver, cuando pedimos que nos acompañen es porque situaciones como ésta, son muy difíciles de transitar, sobre todo, de decir.
No crean que a los minutos de pasar por algo así, una sale despavorida a contarlo. A veces no nos sale, no podemos, tenemos miedo, nos avergüenza. Con esto voy a que nunca se conforma al otro. Si lo decimos, buscamos fama, queremos llamar la atención, en mi caso: una calienta bragueta (Si, con 8 años, dicho por los testigos a favor de quien fuera mi abuelo).
Si no lo decimos y lo hacemos tiempo después: Es mentira, "Ahora lo dice?", "si no hay denuncia, no sirve"; "Y las pruebas?", "Pobre hombre, es una resentida", "seguro está caliente y como no le da bola, inventa algo así"...
No gente, no!!!! No es así ni lo será. Uno no pasa por todo ese proceso como si se tomara un helado.
Son horas frente a especialistas, psicólogos, médicos, jueces y personas que sin conocerte, te señalan con un dedo. Son años de terapia y noches enteras sin dormir. Son llantos sin desconsuelo, dolor en el pecho. Asco, repugnación por una misma y ante todo, miedo.
Aprender a convivir, a llevarlo consigo, a no olvidar más, tal dolor.
Yo no pude gritar y no por eso quise, yo no pude frenarlo y no por eso no lo intenté, yo pasé años llorando, compartiendo la misma mesa, la misma casa, y lo intenté, pero no pude explicar porqué ya no quería ahí estar.
Yo no pude hasta más de grande, hablar con soltura. No pude decirle a mis padres lo que sucedía, no pude gritar cuanto me dolía.
Cuando lo hice, más de uno no nos creyó. Más de uno, nos apuntó a nosotras. Más de uno tocó hasta la última fibra de mi ser, diciéndome: Pendeja violada.
Si quieren no creernos, no nos crean. Si quieren dudar, duden; pero no lo expongan, no justifiquen su pensamiento con barbaridades. Eso hace que quienes aún no pueden decirlo, no lo hagan jamás. Hay un dolor muy grande detras de todo eso como para que alguien que no lo vivió, que no lo sintió, venga a decirnos como y cuando.
Más de una vez me llamaron la atención por exponer mi historia en redes. Vergüenza me daría sentirme en ese lugar. Vergüenza deberían tener todos los que justifican algo así. Vergüenza tuvo mi abuelo cuando confesó habernos lastimado. Vergüenza me dan ustedes que creen que así, buscamos algo.
Ami no me creyeron, ami me tiraron al fondo de un pozo y poco importó. Yo si les creo.
A mi mamá, a mi papá, a mi compañero, a mis amigos y sobre todo a MI HERMANA, gracias.
A los demás, buena vida y luz para guiar tanta oscuridad escondida. La vida da mil vueltas y pone a cada quien en su lugar”.
Dios a de querer que puedas encontrar el alivio necesario para ser feliz. Recemos por ella...