Lo que dijo el
Papa no es nuevo, y se inscribe en la tradición cristiana, pero
en tiempos en que el sectarismo y las divisiones religiosas
persisten y hasta resurgen en algunas regiones del mundo, afectando la
convivencia entre los pueblos, este mensaje de fraternidad planetaria
no deja de impactar.
“Hacer el bien”
es un principio que une a toda la Humanidad, -fue el mensaje del Papa en la
habitual misa matinal en Santa Marta- más allá de la diversidad de ideologías y
religiones y que crea esa “cultura del encuentro” que es la “base para
la paz”.
El punto de
partida de su reflexión fue un pasaje del Evangelio en el cual los discípulos se
muestran sectarios al afirmar: “Si no es de los nuestros, no puede hacer
el bien. Si no es de nuestro partido, no puede hacer el bien”. Y Jesús
que los corrige diciendo: “No se lo impidáis, dejad que hagan el
bien”.
“Los discípulos,
dijo a continuación el Papa, eran un poco intolerantes”,
estaban encerrados en la idea de poseer la verdad y en la convicción de que
“quienes no tienen la verdad, no pueden hacer el bien”. “Esto es un error,
(Jesús) amplía los horizontes: la raíz de la posibilidad de hacer el bien, que
todos tenemos, está en la creación”, agregó.
“El Señor nos ha
creado a su imagen y semejanza (y) Él hace el bien y todos nosotros tenemos en
el corazón este mandamiento: hacer el bien y no el mal”, dijo Bergoglio que a
continuación prosiguió su mensaje replicando sus propios argumentos, como en un
diálogo: “Pero Padre, ¡éste no es católico! ¡No puede hacer el bien! Si, puede.
Debe hacerlo. ¡No sólo puede, debe! En cambio, esta cerrazón de pensar que no se
puede hacer el bien por fuera, es un muro que nos lleva a la guerra
y también a aquello que algunos han pensado a lo largo de la Historia:
a matar en nombre de Dios. Decir que se puede matar en nombre
de Dios es una blasfemia”.
“El Señor nos ha
salvado a todos, a todos con su sangre: todos, no solamente los católicos.
¡Todos! Pero Padre, ¿y los ateos? También ellos. ¡Todos! Esa
sangre nos hace hijos de Dios de primera categoría. Todos tenemos el deber de
hacer el bien”, dijo Francisco.
El mandamiento
del Señor, por el contrario, siguió diciendo, es hacer el bien y no el mal. “Y
este mandamiento –agregó- es un bello camino hacia la paz. Si nosotros, cada uno
por su parte, hacemos el bien a los demás, nos encontramos ahí, haciendo el bien
y (poco a poco) construimos esa cultura del encuentro que tanto
necesitamos: encontrarnos haciendo el bien. ‘Pero yo no creo, padre,
¡soy ateo! ¡Pero haces el bien y allí nos encontramos!”.
“Hacer el
bien no es una cuestión de fe, es un deber y una carta de identidad que nuestro
Padre nos ha dado a todos, porque nos ha hecho a su imagen y
semejanza”, reiteró.
En los tiempos
primitivos de la Iglesia, fue el converso Pablo quien asentó el mensaje
universal del cristianismo: la palabra y la salvación que Jesús trajo
al mundo –decía- no eran para los “judíos” o para los “gentiles”, sino para
todos los hombres del mundo. De hecho, Pablo, un perseguidor de cristianos hasta
el día en que sintió el llamado de Cristo, se negó a ir de entrada a
Jerusalén y pasó una década y media recorriendo otras regiones del mundo
entonces conocido formando comunidades cristianas en todas partes para
sostener esta convicción de universalismo que era la suya.
Claro que
no siempre todos los cristianos hicieron suya esta vocación y
hubo muchas divisiones entre ellos, además del gran cisma que representó la
Reforma protestante en el siglo XVI. Por eso el mensaje de Francisco resuena
como una clara opción por el ecumenismo y la paz.