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Pero guste o no, la mayoría de
especialistas, sexólogos, psicólogos, psicopedagogos y demás coinciden hoy en
día en que el niño es tan sexual como cualquier adulto, aunque claro, existen
grandes y varias diferencias.
En primer lugar la cultura no ha sido aprendida por el niño, por lo que
no puede reprimir sus deseos y no asume sus deseos sexuales como algo pervertido o malo y lo menos que experimenta
es culpa por ello. Aunque los adultos tiñan, (por estar desinformados), estas
conductas con prejuicios erróneos y pensando la sexualidad como acto
sexual consumado por adultos y las representaciones que puedan tener al
respecto.
Por el contrario el niño utiliza su
sexualidad, no solo como fuente de placer, sino lo que es más importante aun
como fuente de conocimiento de sí y de los demás. Es un medio para comprender el
mundo, para divertirse y para relacionarse.
El problema sobreviene cuando los
padres ignoran (están desinformados) la presencia de la sexualidad en sus
hijos, por lo que escandalizan las actitudes de sus hijos y los reprimen
violentamente, lo que muchas veces puede producir verdaderos traumas, como por
ejemplo: un niño que cuando sea adulto manifieste incapacidad para relacionarse
sexualmente.
Noelia
Chireni
- Lic.
en psicopedagogía-
E-mail: noeliach16@yahoo.com.ar
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22/4/13
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