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La magnitud del problema es
tan alarmante que aparecen expresiones en todo el mundo que hacen pensar que la
lucha está perdida.
La creciente "Tolerancia
Social", la disminución en la "Percepción del Riesgo" y en gran medida la
exclusión social, han generado en la sociedad desánimo, desorientación,
confusión... Y entonces surgen ideas o se proponen iniciativas que pareciera que
apuntan más a los efectos que a las causas de este fenómeno creciente que nos
afecta a todos, pero en mayor medida a nuestros hermanos más vulnerables, a los
más pobres, a los excluidos.
Aparecen expresiones como
"no hay que criminalizar al adicto" y no cabe duda de que así debe ser. Al
adicto hay que escucharlo, recibirlo para acompañarlo en un camino que le
permita tener una vida digna, vivida en libertad y en plenitud.
Pero el camino de la
"criminalización del adicto" empieza mucho antes. Y nuestra sociedad no está
exenta de transitarlo. Se inicia cuando la contención es insuficiente en los
espacios comunitarios o en el ámbito de la educación formal y no formal. Cuando
son escasas las oportunidades de inclusión social y no se ofrecen propuestas que
den un verdadero sentido de la vida a los jóvenes más pobres. Cuando se les
dificulta en lo cotidiano el acceso a la salud y a la justicia. Poco ayuda
cuando los medios de comunicación nos imponen una mirada estigmatizante de los
jóvenes: pobres, adictos, delincuentes y peligrosos. Todo esto es parte del
camino de la criminalización del adicto. Por eso todos somos parte, ningún actor
o sector podría decir que no está en este camino.
Quienes viven al margen de
la sociedad muchas veces buscan salidas alternativas para satisfacer sus
necesidades básicas. Por ello nos conmueve y vemos con dolor que muchos jóvenes
son empujados a la marginalidad, al sálvese quien pueda y como pueda, a la
ruptura de los vínculos con su familia, a la violencia, al delito, a la droga.
¿Cómo podemos resolver este
grave problema de nuestro tiempo? Estando cerca, abrazando, acompañando,
poniendo el hombro, saliendo a buscar, a consolar, restituyendo derechos...
Sabemos que no hay recetas
mágicas. Pero estamos convencidos que trabajando juntos, poniendo el esfuerzo en
acciones concretas, podremos avanzar significativamente en la “reducción de los
daños” que provoca la droga.
En este marco, los Credos,
El Estado y
En este contexto,
entendemos que la despenalización, tal como estaba planteada en los debates
parlamentarios del año pasado, se detectó desde el análisis como apurada y
superficial. Una decisión de esa naturaleza requiere crear previamente
instrumentos y espacios adecuados para dar contención y asistencia, al mismo
tiempo que educar y prevenir para que aquellos que aún no entraron en contacto
con las drogas o estén en un camino de iniciación, no terminen pensando que son
inocuas.
Más allá de los avances
significativos en materia de inclusión social que se realizaron en los últimos
tiempos, notamos que falta mucho. Percibimos una ausencia histórica y
estructural del Estado frente a esta situación y no se trata de ningún gobierno
en particular; sino de algo que como sociedad no terminamos de asumir, de
encontrarle la vuelta.
Queremos presentar algunas
propuestas a trabajar en las Parroquias, Capillas, Colegios, Movimientos en
torno al próximo 26 de Junio, Jornada Mundial de concientización y lucha contra
el Narcotráfico, instituida por Naciones Unidas.
Desde nuestra Pastoral
sobre Drogadependencia de
No se puede reducir el
problema a una dimensión económica, sanitaria, jurídica o de seguridad. Debemos
concentrarnos en las personas, en los que más sufren, en los pobres y excluidos,
en los que están solos y abandonados, y también ayudar a los que, en el medio de
la abundancia, han perdido el "sentido de la vida".
Queremos compartir estas
reflexiones con la sociedad en su conjunto, reconociendo que a los cristianos
nos mueven las enseñanzas de Jesús que indican: "Cada vez que lo has hecho con
uno de mis hermanos más pequeños lo has hecho conmigo" (Mateo 25, 31). Hoy
nuestros hermanos excluidos por el consumo de drogas, los criminalizados de la
sociedad, son nuestros "hermanos más pequeños".
Ceferino Namuncurá, nuestro
Patrono, decía “quiero ser útil a mi pueblo”. Nosotros queremos estar en actitud
de servicio y compromiso concreto. Pedimos a Jesús, que vino para que tengamos
vida en abundancia, nos fortalezca en el servicio a los más pobres.
PRENSA-CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA
COMISION DE PASTORAL SOCIAL
APORTE DEL FORO DE PREVENCION NOSOTROS POR
UDS.-
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13/6/13
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