17/10/13

CUANDO EL AMOR POR UN AMIGO PASA LAS BARRERAS DE LA AMISTAD!!! Eduardo TANCREDI (AZUL) dio la vida por su compañero.....
































Se sabe que la amistad se forma de pequeños gestos, aunque no abundan los ejemplos donde la gente llega a dar la vida por un amigo. El cerro Aconcagua, en la década de los ‘90, fue testigo silencioso de uno de ellos. La historia es bien conocida y la recuerdan los que buscan “hacer cumbre” en la montaña mendocina. Eduardo Tancredi no le ganó al coloso, pero eligió -lo que para él era- una recompensa mayor. Junto a su amigo, Cavalini, ascendían por el Glaciar de los Polacos, una de las rutas más técnicas, que requiere de gran destreza física.
A poco de andar se les rompió la cocina y -pese a su experiencia en montañismo- ambos decidieron continuar con el viaje. Este es un grave error estratégico, pues el artefacto permite derretir el hielo y disponer del líquido necesario para la supervivencia.
 El incidente se hizo notar en altura. Al pasar los días, se les fue complicando el ascenso por falta de agua y, cuando estaban a media hora de la cumbre, se encontraron deshidratados e imposibilitados para seguir con la caminata.
 Era final de temporada y no había mucha gente circulando, pero los visualizó un avión que recorría la zona en busca de unos andinistas, perdidos en la Pared Sur. Los guías vieron una carpa y a una persona que, con medio cuerpo afuera, les hacía señas. Era Tancredi.
 Cuando llegó un socorrista de la Cruz Roja, evaluó la situación y pasó la noche tratando de convencer a Tancredi que lo mejor era descender juntos y buscar ayuda de refuerzo para salvar a su amigo, que ya no podía moverse.
 Emprendieron el regreso al amanecer. Para volver, debían subir hasta la cima y descender por la vía normal. En la cumbre, Tancredi decidió que no podía dejar solo a su amigo y regresó a acompañarlo, sabía bien el riesgo que corría. Cuando llegó el grupo de rescate, los encontró muertos. Tancredi tenía poco más de 20 años y su compañero pasaba los 30. Eran de Azul (Buenos Aires) y, quienes lo conocían, dicen que Eduardo murió destacando el valor de la amistad que siempre había profesado. Los cuerpos se encuentran a pocos metros de la cumbre y descansan en paz en el COLOSO DE AMERICA! COMO GUARDIANES DE NUESTRO PASO! MANUEL MARTIN

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