Paco Andrés, el hombre que amaba y cuidaba a los caballos
El diario La Nación recuerda a este Médico Veterinarios que dejó su selló y sabiduría en General Alvear
Tucumano como la patria misma, también supo ser porteño, cordobés y bonaerense. Fue el ejemplo más acabado del veterinario de caballos; difícilmente se le resistiera una dolencia o enfermedad de algún equino de cualquier laya o pelaje, fuera mestizo, purasangre, cuarto de milla o criollo. Muchas veces le bastaba con observarlos caminar para saber lo que tenían; entonces, se acercaba y simplemente le aplicaba el dedo índice en el punto exacto y el animal se contraía de dolor.
Lo conocí en casa de mi primo "Quico" Gómez Romero, a quien le asistió la caballada de polo en diversos puntos de los Estados Unidos y la República Dominicana. Los norteamericanos de Palm Beach, donde se juega el mejor polo de aquellas latitudes, le ofertaron el oro y el moro para que se quedara a tratarles los caballos. Paco Andrés no aceptó. Lo suyo eran las infinitas geografías de ausencias de nuestras llanuras.
Amante del buen jazz, supo pasarle esa pasión por la música a su hijo Francisco; sin embargo, nuestro punto de encuentro fue la literatura. Nos pasábamos horas comentando autores como Salinger, Borges o Saer, así como también los injustamente olvidados Lobodón Garra, Yamandú Rodríguez o Luis Franco. Hoy, somos mucho más pobres, culturalmente hablando, sin la presencia de Francisco "Paco" Andrés.
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