28/3/18

Amor en tiempos de cólera

Por Lis Solé.
Gabriel García Márquez cuenta una increíble historia de amor en épocas            de una epidemia de cólera en 1930… Pero el verdadero drama y horrores          que han llevado a tantas personas durante las epidemias van mucho más        allá de una sola historia de amor. Son cientos, miles de vidas              trágicamente perdidas, con sinnúmeros de proyectos y porvenires que        fueron dramáticamente muertos.
La epidemia de cólera no discriminó clases sociales ni políticas:          fallecieron miles de personas de cólera. Inmigrantes, negros, gauchos, aborígenes, grandes y chicos fueron atacados por el mal y en 1868,          también fallece afectado de cólera el vicepresidente de la Nación                Marcos Paz, antes gobernador de Córdoba.
La primera epidemia llegó a la Argentina en marzo de 1867 traída por                  los que participaron en la guerra del Paraguay propagándose      vertiginosamente sobre las ciudades costeras de San Nicolás, San Pedro            y Baradero.
En 1867, la Revista Medico Quirúrgica escribió que algunos “gozando de    buena salud principian por flaquear sus fuerzas siendo luego acometidos          de vómitos, diarreas y calambres originando una gran deshidratación que provocaba la descomposición del rostro, el pulso insensible, disfonías y          una frialdad cadavérica que producía el horror y el espanto .
Por esa época no se sabía que el cólera se debía a la ingestión de aguas contaminadas y la acción del médico se reducía al reconfortante efecto        moral de su sola presencia tranquilizando al paciente y ambiente pero                  sin poder ser más que meros testigos presenciales de las muertes.
En octubre se comenzaron a observar casos de cólera por Buenos Aires              y la inadecuada infraestructura sanitaria produjo desorganización social y pánico lo que provocó la huida de 40 mil personas al campo llegando la epidemia a Moreno, Luján, Mercedes, Chivilcoy, Junín, 9 de Julio, 25 de        Mayo, Lobos Monte, Las Heras, Navarro, Saladillo, Las Flores y Tapalqué.
Recordemos que hasta 1869 el PUEBLO ESPERANZA, hoy GENERAL        ALVEAR no poseía Juez de Paz y no existía como Distrito dependiendo              de Saladillo, Las Flores o Tapalqué según su grado de cercanía. Así que            no hay datos que mencionen las estadísticas de la incidencia del CÓLERA        en este pueblo por lo que, formulando hipótesis de acuerdo a la    documentación existente en pueblos vecinos, se puede armar el mapa de          la epidemia en General Alvear.
En SALADILLO, la desorganización y falta de recursos desesperaba al            Juez de Paz que el 11 de enero de 1868 “comunica los estragos que el          cólera está haciendo y solicita al Gobierno el uso de fondos y gastos que          se le autorizan siempre y cuando se pasen las cuentas documentales requeridas. Fue el momento más trágico de la historia de Saladillo        terminando con la vida de centenares de vecinos.
En nota dirigida al Ministro de Gobierno de la provincia Nicolás Avellaneda,        el Juez de Paz BENITO GALÍNDEZ de Saladillo, declaraba que la            enfermedad atacaba con mayor fuerza al Cuartel 6° (zona sur de Saladillo            a cargo del Alcalde Dionisio Pereira) y que “es tan grande el terror que               ha causado a los habitantes de dicho Cuartel que las personas dejan a            sus mismos deudos abandonados porque no hay ya quien conduzca los cadáveres al cementerio.
En ese Cuartel a partir del 21 de enero estaba el practicante VÍCTOR SOLLÉ quien en compañía del cura párroco don LINO NOVARRO recorría las casas solicitaba al Gobierno ropa de cama porque la gente se encontraba en      “extrema indigencia” . El practicante había sido enviado por el Gobierno          con la obligación de atender gratis a los pobres de solemnidad y que      considera terminado el brote y narra el haber salvado un gran porcentaje          de los enfermos.
Las actitudes de gran riesgo y solidaridad se dieron en todos los pueblos, siendo en muchos casos contagiados y fallecidos atendiendo a los        enfermos.
Tal es el caso de JOSÉ TOMÁS SOJO y don NEMESIO DE ORTÚZAR, pobladores de Saladillo que tuvieron en esa hora una actuación heroica, socorriendo a los afectados y poniendo en riesgo la propia vida.
El Juez de Paz de TAPALQUÉ también escribe el 26 de febrero que tiene      “serias dificultades para sepultar los cadáveres porque se niegan a ellos          las gentes” y solicita remedios y recursos porque de todo carece; el          mismo Juez FACUNDO RICABARRA escribe que “no hay médico ni          persona inteligente que se ocupe de la asistencia así como para la          sepultura de los cadáveres por la resistencia de los habitantes        sobrevivientes así como los remedios ya que no hay en el pueblo una          botica ".
Mientras tanto en LAS FLORES, el Juez de Paz comunica el 23 de enero,        “que la epidemia de cólera sigue haciendo estragos y que no encontrando médico recibido para llevar allá y por ese motivo, ha contratado tres inteligentes para que asistan a los enfermos”. El 19 de enero, habían                sido cinco las defunciones y veinte los salvados pero ese mismo día el            mal creció “según los informes de los Alcaldes y Comisiones nombradas          en cada Cuartel reportándose siete defunciones más a pesar de los        esfuerzos del inteligente que la Municipalidad había contratado”. Sin      embargo, decía el Juez de Paz, “la ayuda de la Municipalidad y de los inteligentes no puede atender a los atacados que se hallan a largas distancias…” o sea que Pueblo Esperanza, hoy Gral. Alvear, distante a                5 leguas de Saladillo y a 8 de Las Flores mal podía recibir ayuda.
El Juez de Paz de LAS FLORES escribía que “el inteligente solo podrá        atender en un radio de tres leguas del pueblo y que el último fallecido es             el director del Lazareto, lugar adonde se llevaba a los enfermos o          supuestos contagiados para aislarlos. El Juez de Las Flores ADOLFO        LLANOS notifica que el terror de la población es tal que “una hija            abandonó la madre y el Alcalde la obligó trayéndola al lado de la infeliz      atacada y consiguió que esa hija extraviada por el pánico asistiera a la        madre y lograra salvarla”.
Las palabras del Juez LLANOS demuestran desesperación al explicar la          falta de médicos así como la ausencia de botica. Hace 150 años, la          campaña subsistía con la fuerza y buena salud de los pobladores, sin        ninguna comodidad, sin asistencia médica y sin boticas, o sea sin              ninguna farmacia en cientos de kilómetros.
El Juez de Las Flores elogia la abnegación de los alcaldes en la atención            de los habitantes de los Cuarteles a su cargo, explicando que “un partido        tan vasto como éste es muy difícil tenerlo organizado y explica que por cuestiones de seguridad, había prohibido la entrada de las galeras por            seis días, medida que dejó sin efecto a partir del 20 de enero.
Seguramente el pánico se apoderó tanto de la gente como de los que intentaban ayudar: fue necesario una entrega y una voluntad de servicio superior para mantenerse en esos lugares a pesar del horror y la desesperación.
Demostrando una capacidad de caridad y responsabilidad casi              inhumanas muchos “ayudantes” han sido homenajeados por sus            acciones. Tal es el caso del practicante de Medicina, casi un médico,      PÁRIDES PIETRANERA de NAVARRO que fue designado para tomar las medidas higiénicas y asistir a los pobres gratis. Llegó a tal cantidad de            los muertos que el Juzgado de Paz de ese pueblo autorizó a que los      cadáveres se enterraran en terrenos próximos a las poblaciones o              incluso en las viviendas familiares.
En los archivos parroquiales de defunciones de Navarro (inexistentes en Alvear) documentaron el 12 de enero de 1868, 46 defunciones en un día          con un total de muertos cercanos a los dos mil cuidados por la buena      voluntad de los “que quedaron” y de los religiosos como los jesuitas de Chivilcoy, que recorrían la ciudad atendiendo espiritualmente a los          enfermos y transformando las Iglesias en Lazaretos.
La asistencia a los coléricos se alternaba con la sepultura de los            cadáveres abandonados por sus familiares que muchas veces sólo            podían envolverlos en un cuero en los alrededores de los ranchos acrecentando el olor, las moscas y el espanto. La falta de agua potable,              los barriales, la inexistencia de cloacas y la escasez medidas de higiene        hacía que entre el mosquerío y la miseria se produjera una total expansión        de la epidemia.
La epidemia de cólera de 1867 y 1868 es uno de los grandes desastres              que tuvo Argentina y aún no se han analizado los estragos que la          pandemia tuvo así como los fenómenos psicosociales que originaron.
En 1874 hubo otro gran rebrote de cólera falleciendo en SALADILLO 700 habitantes. Para tomar una dimensión de la tragedia, digamos que todo el Partido de Saladillo contaba con unos 7.000 habitantes, de los cuales aproximadamente 2.000 vivían en el pueblo. Las víctimas registradas del      cólera (seguramente hubo más), fueron 726 personas, es decir el 10% de            la población total del Partido .
Es imposible describir el acontecer y trabajo de tantos en medio de        semejante desgracia…
Según el Gobierno Provincial y Nacional la Epidemia de Cólera fue          dominada en 1895 y el Departamento Nacional de Higiene acuña una          medalla para esa ocasión; sin embargo el cólera aún existe, provocando            en el año 1992 los últimos 15 fallecidos por este mal en Argentina.
¿Cuántas muertes hubo en el entonces PUEBLO ESPERANZA hoy              General Alvear? No lo sabemos… Pero seguro hubo grandes historias                de amor, de entrega y cooperación en medio del horror y la muerte como            las de Sojo, Pietranera y Ortúzar.
Muchas de ellas se han perdido en el olvido por la misma precariedad,          falta  de medios de comunicación y el desorden reinante que impidió la documentación en momentos de espanto y dolor.
Historias de desesperación, de altruismo, que supera toda imaginación.
Historias muy difíciles de contar.
Imagen: Detalle de la pintura de Juan Manuel Blanes (1839-1901)

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