Juicio por la Triple Fuga: el guardia que se quebró, lloró y contó detalles inéditos
“Los jefes tomaban mate con los presos, se saludaban con un beso”, relató Labat, el primer agente atacado por los Lanatta y Schillaci en la huida del penal de Alvear.
En la madrugada de la fuga de la cárcel de General Alvear, los hermanos Christian y Martin Lanatta y Víctor Schillaci. condenados a perpetua por el "Triple Crimen de General Rodríguez", estaban custodiados en el área de Sanidad por un guardiacárcel con solo 10 meses de experiencia. Y en el puesto de guardia había otro oficial recién egresado del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB).
La segunda jornada del juicio oral que se realiza en La Plata expuso las precarias condiciones de seguridad que había a fines de 2015, cuando se registró el escape, en la Unidad Penal 30 donde alojaban a tres de los más peligrosos presos del país.
Cuatro agentes y ex agentes del Servicio fueron los primeros testigos del juicio en el que están imputados los Lanatta y Schillaci, quienes cumplían una condena a reclusión perpetua por las muertes de Sebastián Forza (34), Damián Ferrón (37) y Leopoldo Bina (35) masacrados de 16 balazos en 2008, en la zona norte del Conurbano.
Eran los internos supuestamente "mejor custodiados" de General Alvear. Al menos eso les habrían informado las autoridades a los custodios. No obstante, según coincidieron los testimonios, meses antes del 27 de diciembre de 2015, cuando los tres escaparon en un episodio que conmocionó al país, habían retirado las cámaras de seguridad del sector de Sanidad, las guardias se redujeron y en esas fechas de fiestas de fin de año, trabajaba la mitad del personal que se relevaba en los puestos de control.
Martín Lanatta (44) postergó su declaración por recomendación de su defensa. En el testimonio del lunes ante el Tribunal Oral en lo Criminal I de La Plata reiteró las acusaciones contra el ex jefe de Gabinete nacional, Aníbal Fernández, y contra integrantes del gobierno de Daniel Scioli.
Consideró que fue "usado políticamente" y condenado por "una mano negra" que atribuyó a autoridades nacionales y provinciales de entonces para terminar condenado a perpetua por los crímenes de General Rodríguez.
"Tenemos la sentencia firme en tiempo récord, se violaron todos nuestros derechos de defensa. Llevamos 10 años de pelea”, dijo.
Retomará su relato ante el juez Juan José Ruiz en la audiencia de este jueves.
Según adelantaron sus defensores explicará por qué considera que "lo empujaron a salir" del penal, insistirá en que su vida estaba en peligro y en que lo amenazaron a él y a su familia para que escapara.
Todo, según su mirada, por las revelaciones que hizo en el programa PPT, que conduce Jorge Lanata, quien lo entrevistó en junio de 2015 en un pabellón de la prisión.
En el reportaje vinculó al ex intendente de Quilmes, Aníbal Fernández, como autor intelectual de la masacre de General Rodríguez. Después de eso, el imputado aseguró que su vida entró en zona de riesgo. Explicó que luego de esa emisión, un abogado que supuestamente trabajaba para Fernández, de apellido Solivaret, le ofreció "dos millones de dólares" para que se retractara y limpiara la imagen de Fernández.
Aseguró que tiene los registros de una cámara oculta que ratifican ese pedido.
En el juicio intentarán confrontar estas dos posiciones: los acusados sostienen que desde el gobierno provincial de entonces y desde el SPB "propiciaron las condiciones" para el escape. Que hubo presiones y amenazas para promover la huida. E incluso que les habrían prometido "un helicóptero" para completar el escape. La fiscalía, a cargo de Silvia Langone, pretenderá demostrar que se trató de un plan de fuga organizado por tres criminales peligrosos que sólo pretendían evadir sus responsabilidades penales.
El ex agente del SPB Luciano Labat, llorando y quebrado emocionalmente, contó en la sala que dos semanas antes de la evasión cambiaron el régimen de custodia del área de Sanidad: "Cuando tomaba las guardias de 24 horas debía hacerlas solo. Antes éramos dos por turno", declaró. No pudo explicar quién dispuso esa medida pero sugirió que "venía de arriba".
El oficial Manuel Guevara, era su superior, el director de la Unidad. Labat fue exonerado por este caso. Tuvo problemas psicológicos y nunca le explicaron los motivos de su desvinculación de la fuerza.
Labat fue el primer penitenciario al que atacaron cerca de las 2 del 27 de diciembre de 2015, cuando fue a hacer el recuento de presos. Relató que le robaron las llaves de su auto Fiat 128 (con el que escaparon del predio) y de las rejas que abrían el sector. Esa madrugada lo golpearon en la cara, lo amenazaron con una réplica de un fusil y lo ataron de pies y manos. "Estábamos totalmente solos en Sanidad", confió el ex funcionario.
Ezequiel Dos Santos, quien estaba en un puesto de control fuera del perímetro de la cárcel al momento de la fuga. Es Testigo de Jehová y no maneja armas. (Mauricio Nievas).
Ezequiel Dos Santos, quien estaba en un puesto de control fuera del perímetro de la cárcel al momento de la fuga. Es Testigo de Jehová y no maneja armas. (Mauricio Nievas).
Además dijo que "las autoridades del penal entraban a hablar y a tomar mates" con los detenidos. "Se saludaban con un beso", graficó.
Después de atacar a Labat, los prófugos fueron hacia el puesto de Ramiro Toleres, el otro penitenciario de apenas 10 meses de servicio que estaba como "comandante de Guardia" en un puesto del interior del penal. Estaba solo cuando lo atacaron los Lanatta y Schillaci.
Contó que lo amenazaron con el arma que sería de juguete, lo amordazaron y ataron con precintos. "Hacía tiempo que pedíamos refuerzos. Habían sido desafectados casi la mitad de los agentes del sector en los últimos meses", admitió el muchacho que también fue exonerado.
Delia Raquel Godoy fue la agente que agredieron después. Era auxiliar de una oficina de expedientes, pero esa madrugada estuvo como ayudante en un puesto de control de seguridad. A ella también la amenazaron, ataron y encerraron en un baño. "Esa noche mi compañero me pidió que lo reemplazara porque se quería ir a descansar. Eso no era habitual", dijo la mujer que estuvo seis meses desplazada del SPB y luego la reincorporaron.
Por último declaró Ezequiel Dos Santos, quien estaba en un puesto de control fuera del perímetro de la cárcel. "Vi llegar el Fiat 128 y pensé que eran compañeros. Cuando les pregunté qué necesitaban me obligaron a subir y me llevaron con ellos".
Dos Santos -quien es Testigo de Jehová y no maneja armas- estaba esa noche haciendo "recargo" en el puesto, porque su tarea habitual era de administrativo. Dijo que escuchó una conversación entre los fugados en la que decían que "(Luis) Tolosa (el subjefe del penal) nos traicionó". Era porque supuestamente los evadidos debían encontrarse con un helicóptero que los llevaría a la libertad. Pero la nave nunca apareció. Al final Dos Santos quedó tirado en un camino vecinal atado con precintos.
Fuente: gentileza Clarin
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