Tapalque: el intendente se llevará de La Plata a un rey del bandoneón
El mejor político puede estar oculto en algún rincón de la ciudad. Puede ser un fabricante de bandoneones, que desde el platense barrial de San Carlos puede inspirar al intendente del Municipio de Tapalqué. Hacia allá va después de 35 años don Juan Fredes
Juan Pablo Fredes sonríe con una mueca algo nerviosa a los 80. Es que en estos días el hombre prepara el bolso para volver después de 35 años al pago chico. A don Juan se le puede decir en confianza “rey del bandoneón”, aunque su riqueza no pase por lo material sino por disfrutar tanto de lo que hace.
Por algo se jubiló como juez de cámara hace veinte años para dedicarse a este hobby y al amor de una familia constituida con 5 hijos (todos músicos de alma como él).
“Llegué a La Plata en 1960, con 19 años, para estudiar ciencias económicas, me recibí y después trabajé 30 años como administrador en la Suprema Corte de Justicia. Pero con 60 recién cumplidos les dije a los jueces, ‘miren que me voy, tengo otro trabajo… y me no entendían hasta que vieron mi popularidad con la fabricación de bandoneones”, expresó a diariohoy.net
Se está yendo a Tapalqué este fin de semana. Y quiere agradecerle al intendente Gustavo Cocconi (en su juventud estudió Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata) por "pensar en mí, por haberme llamado y esperarme en un lugar donde ojalá me quedaría a vivir mañana mismo".
Las autoridades del municipio donde nació el 2 de marzo de 1939 le harán el homenaje. Ya lanzaron un video en la web, y Juan les llevará en la valija dos de los instrumentos de sofisticada elaboración como obsequio, “así los chicos de mi pueblo pueden estudiar y disfrutar de este emblema de la música argentina” (el bandoneón es de origen alemán pero en la Argentina creció su fama y buen gusto a través de los grandes tangueros).
El próximo sábado, a las 20 horas, deberá estar preparado emocionalmente para pasar ese momento tan íntimo en su alma, recorriendo una Tapalqué donde aún lo esperan familiares y amigos.
El taller “Fueyes Fredes”, que tiene en su domicilio de 44 y 136 bis, es único en el país. Sí, no hay otro constructor de bandoneones. Y lo que le da un tinte más legendario es que los hace pensando en los niños "y en la comunidad que tanto me dio, siendo un privilegiado”, expresó.
En el tramo final de la película de su vida, que ya lleva 80 abriles, el hombre sigue sonriendo, desdramatizando (recetas que también transmitió en la nota), mientras espera seguir unos cuantos años más, “como mi mamá que vivió hasta los 99”.
Y las sorpresas siguen llegando a su corazón desinteresado. El sábado actuará en su tiera natal junto al quinteto de tango “Ribera Sur”, un grupo de La Plata donde trabaja uno de sus hijos.
Y se va a Tapalqué, como un tango que nunca terminará de recitar. “Siempre digo que soy de allá y ojalá pudiera vivir allí mañana”.
“No es una industria, es una artesanía”, dijo tres veces. Y sigue los ideales de un papá albañil, que cuando no había secundarias en aquellos pagos, los agarró a todos y se afincó en Azul, “porque decía que había que estudiar”. Y de Azul siguió el destino hacia La Plata por el tema de la Universidad.
En la puerta de su casa está estacionada la “citroneta” que lleva el nombre de esa localidad agroganadera por excelencia del territorio bonaerense. Con el eslogan “que los bandoneones puedan ser comprados por el hijo de un obrero”, hace su propia política, que tiene resultados conmovedores.
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