6/5/19

Aeroclub de General Alvear

Volar con alas prestadas.
Por Lis Solé
Un aeroclub no es la idea de unos pocos locos en el aire. Es la idea de      muchos que a través de ellos sienten la sensación de que se puede volar      como los pájaros, cruzar distancias, mirar desde lo alto, ver tierra desde    arriba como si fuera un dibujo de chicos. Sensación indescriptible de            unos pocos, seguro, pero de unos pocos admirados por todos.
General Alvear también tuvo de esos “locos del aire” materializados en              el “Aeroclub Fortín Esperanza” fundado el 19 de mayo de 1956 y sus      primeros pilotos recibidos fueron Ferrari, Raúl Sivero y Alberto Solé,      aviadores que hicieron el Curso en el Aeroclub de Saladillo en el año 1954.        El “Macha” Machiarolli, piloto e instructor de Saladillo, recuerda que          cuando él tenía 15 años en el año 1956, venía con el instructor Billinger a    Alvear y como no podía volar con tan poca edad ni ingresar hasta que no tuviera 17 años, acompañaba a Billinger a todos los pueblos. El vuelo a        Alvear era en un avión Piper PA 11 que todavía está en el Aeroclub de      Saladillo, vuelo de unos 25 minutos con la navegación del instructor y el entusiasmo de Machiarolli que “le volaba arriba y a la vuelta mientras el        piloto descansaba”.
El primer avión que tuvo Alvear fue una Aercoupé comprado en sociedad      entre Raúl Sivero y "el petiso" Alberto Solé. Al principio también estaba      Ferrari, un hombre conocido como “El Capitán”, apodo originado porque      tenía unos bigotes muy grandes como los del Capitán Garfio de Peter            Pan. En el año 56 o 57 fallece Ferrari, -un “hombre muy aeronáutico” que      tenía un campo hacia donde iba en el avión conducido por Machiarolli-,          pero siguen en el aire Raúl Sivero y Alberto Solé quienes transmiten su entusiasmo por volar a otros cuantos, fundándose así el Aeroclub de          Alvear en 1956.
La Comisión estaba integrada por Norberto Migliori como Presidente;      Dionisio Lafuente como Vicepresidente; Armando Sivero y Benigno          Martínez como secretarios junto a los vocales Alberto Solé, Santiago          Edgell, Raúl Sivero, Pedro Nomdedeu, Daniel Lafuente, Felipe              Carlomagno y los revisores de cuentas Raúl Cúcaro, Miguel Ángel            Escande y Horacio Canessa.
Con cariño y respeto, un montón de locos en el cielo de General Alvear.
Con aeroclub formado, vuelve el alemán Billinger como instructor:              petiso y de hablar atravesado como buen alemán de Hamburgo, era          calentón pero también muy divertido. Cuando llegaba a Alvear,            sobrevolaba el pueblo llamando a los gritos a “los estudiantes” en vuelo rasante por encima de las casas y en un mal castellano pronunciando los apellidos Antomarioni, Solé y demás amigos.
En el año 1958, se hace una fiesta en el Aeroclub de Saladillo con los egresados de ese año: Tortorici, Mario Simonetti, Héctor Solé y José Antomarioni son los recién recibidos pilotos alvearenses.
El 10 de julio de 1958, llega el Gobernador de la provincia Oscar Alende a General Alvear, en avión, y ese día se realiza una sesión especial en el      Concejo Deliberante local donde la Comisión Directiva del Aeroclub            solicita una chacra para construir una pista de aterrizaje, moción a la que responde el Gobernador aconsejando que se eleve al Concejo una nota          para que se estudiara el lugar a expropiar llevando el petitorio al Poder Ejecutivo, el Dr. Bernardino Althabe.
El 2 de septiembre de 1959, una nota proveniente del Intendente y su      secretaria Isabel Llantada de Márquez, entra al Concejo solicitando al      entonces Presidente del Concejo Deliberante Armando Sivero, la        autorización para ceder a título precario por el término de diez años, las instalaciones en desuso del Matadero Municipal para utilizarlas como        hangar.
Sin fundamentos, la moción se niega solicitando la justificación que se        vuelve a presentar el 11 de septiembre firmada por el presidente el          Aeroclub don José Nomdedeu y secretario Raúl Sivero solicitando que              se dispusiera el instrumento legal que correspondiese para la cesión a          título de precario, de las instalaciones de galpones del ex matadero pero aclaraba que “los escasos recursos con los que se desenvuelve esta      sociedad dificultan la importante función a que está destinada, por lo que confiamos en vuestro amplio eco como medio conducente al logro de      nuestros fines”.
La petición pasa entonces a Obras Públicas pero no llegan a ningún          arreglo aunque de hecho, el ex Matadero se siguió usando como hangar,        con la pista bien marcada y la manga roja y blanca gorda de vientos.
Y el Aeroclub sigue adelante. José Antomarioni en sociedad con        Leguizamón, Raúl Sivero y Héctor Solé compran otro avión con el que    recorren la provincia llevando gente y mercaderías. Héctor con su            hermano Juan Antonio como copiloto buscan novias en otros lares, van      hasta Mendoza con brújula, reglas y cartas de navegación en mano a              puro coraje y juventud. Muchos clientes de Sivero y Compañía vienen a             la Feria en avión así que cuando se oían llegar los aviones, Armando          Sivero iba en auto a buscarlos a la pista del aeródromo para llevarlos            hasta la Feria.
La audacia de Alberto Solé parecía no tener límites, tenía otro avión y              con el motor a fondo subía en el cielo para bajar en un revoleo de alas y hélices, haciendo vuelos rasantes por el pueblo entre gritos y        exclamaciones de asombro y temor. Antomarioni “se escapaba” sin aviso    hasta la Colonia de Olaso dejando al instructor Billinger rojo de rabia. En realidad, era época de aviones y ellos recorrían las chacras y bajaban en caminos o campos, casi como si se pudiera hacer todo.
Muchos viajaron a Saladillo a hacer el Curso, o iban de acompañante              hasta allá para cargar combustible porque en Alvear no había. “Cacho”    Tortorici, Mario Simonetti, Martín “el Rana” Leguizamón y José          Antomarioni fueron aviadores alvearenses que se juntaban con los de      Saladillo: Irineo López, Juan Carlos Fernández, “Pancho” Francisco            Burdieu de la estación La Barrancosa, la Sra. de Maingard, Ugartamendia, Olivier Maingard un francés que venía de Buenos Aires y que tenía una    estancia en “San Pedro”; Eliseo Castilla que se recibió en Saladillo pero          era de 25 de Mayo, Juan Delrieu, Juan Carlos Greco, Jorge y Pedro Greco      que era el presidente del Club de Saladillo; Arturo Delrieu, hijo de Pedro y también francés y tantos otros egresados de cada año.
En el año 58, el “Macha” Machiarolli recuerda al inspector Carlos Ledimir    Sticoti que tomaba los exámenes, Inspector Nacional de la Aviación Civil,    actual ANAC.
Tiempo de fumigadores y desbandadas de pájaros que alzaban vuelo peligrosamente, pozos de aire detrás de los montes, neblinas y vientos amortiguados por días de cielos celestes y brillantes y a los gritos con el    piloto mirando esto o aquello, descubriendo cada día el paisaje.
En 1968, el Aeroclub subsistía. Otros se habían acercado al Club:        Bernardino Althabe, Horacio Gabrielloni, Norberto Leiva, Indalecio trigo,        José Derqui Cullaciatti, Elías Marcos, Luis Alejandro Cellillo padre, Raúl        Soria, Norberto Migliori, Santiago Edgell, los hermanos Monti y tantos            otros que la memoria no recuerda pero siguen volando por los cielos              con alas prestadas.
En 1969, todavía Alvear tenía su Aeroclub pero poco a poco, los vuelos          cada vez fueron menos. Se acabaron “los vuelos de bautismo”, vuelos de aviones chicos donde se pueden mirar los campos de colores, los autos diminutos y las líneas de los caminos. Vuelos donde se puede jugar a ser pájaros por un rato, casi con la mente en blanco o con la adrenalina en la    mano, entre el cielo y la tierra, por donde se quiera, con el estómago en              la garganta y siendo, desde arriba o mirando desde abajo, un pájaro con        alas prestadas.
Agradecimientos a: “Macha” Machiarolli, piloto e instructor del Aeroclub            de Saladillo, Raquel Ezeiza de Antomarioni y Oscar Solé.
Foto 1: Alberto Solé y su avión.
Foto 2: José Antomarioni recibiendo su brevet (título o diploma) de piloto          de manos del instructor Billinger en 1958.
Foto 3: En la foto que prestó la Sra. Raquel de Antomarioni están: Martín             “el Rana” Leguizamón; Juan Carlos Fernández (S.); Irineo López (S);          Héctor Solé; Ugartamendia (el Viejo de atrás); “Pancho” Francisco Burdieu       (de la estación La Barrancosa); Olivier Maingard (un francés que venía de Buenos Aires y que tenía una estancia en “San Pedro”; Eliseo Castilla que        se recibió en Saladillo pero era de 25 de Mayo, es el de bigotes; la Sra. de Maingard parada en el centro, Juan Delrieu, también francés (S.); el          inspector Carlos Ledimir Sticoti que era Inspector Nacional de la Aviación      Civil, actual ANAC; atrás de bigotes José Antomarioni; Jorge Billinger, el instructor; Pedro Gieco, presidente del Club de Saladillo; Arturo Delrieu,        hijo de Pedro; Mario Simonetti, padre; el anteúltimo de bigotes atrás es              un fotógrafo; “Cacho” Tortorici de bigotes. Los “recibidos” de la foto son Tortorici, Simonetti, la Sra. de Mangard, Bordier, Héctor Solé, Irineo            López, Juan Carlos Fernández y José Antomarioni. Los chicos que se                ven en la foto son Jorge Greco, Juan Carlos Greco y uno de los hijos de       López.

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