Cuando las cosas están bien hechas
Por Lis Solé
No hay mucho para decir cuando algo se ve bien cuidado y es el caso del Parque José de San Martín.
Desde el vamos, arranca con una “Peatonal” de arenisca que se ve rastrillada todos los días con gran prolijidad con el marco rústico de la antigua vereda de ladrillos sombreada siempre por la fila de olmos que da sobre la avenida 9 de Julio.
El parque ha recuperado sus canteros muy blancos coloreados con gasañas y copetes que dan una larga y lejana línea de color que llega hasta la Bandera Argentina que ondea en el mástil.
No sólo lo que se ve reluce, porque la parte de atrás del parque se ve completamente limpia y rastrillada con los baños limpios y cuidados y hacia atrás, se puede pasar por la antigua pasadita “anticaballos” para llegar hasta la emplanada de ascenso del antiguo ferrocarril, donde ahora se puede transitar viendo a lo lejos el andén que tantos recuerdos trae de trenes, cargas y pasajeros.
La ligustrina de crataegus ha recuperado su línea casi perfecta, sólo interrumpida por algunas plantas que se han perdido pero que nos hace recordar a la pulcritud y prolijidad de las antiguas estaciones inglesas y dan brillo y solidez al hermoso boulevard de plátanos que muestran y regalan su sombra a los bancos de colores.
Desde el ángulo de la estación se ve un parque donde ningún rincón ha pasado desapercibido, donde el rastrillo ha llegado buscando basura o restos de comida de los tantos chicos que con sus madres van a pasar la tarde, jugando y sacando fotos para todos lados porque la belleza de este parquecito antiguo de ya 50 años, ilumina el alma.
Nada está abandonado en este parque. El paredón sanmartiniano se ve espectacular al fondo, con su fuente impecable sin mugre ni hojas y que ostenta la leyenda completa donde se lee con orgullo “Parque infantil José de San Martín” debajo de la bandera celeste y blanca que infla nuestro sentimiento patriota.
Realmente, un lugar donde se es “feliz entre las hojas que cantan” cuando “el viento atraviesa el jardín” como dice el canto de María Elena Walsh.
Desde debajo del impresionante roble de la esquina, es tan bonito perder la mirada entre los juegos y el reluciente lugar.
Porque no es fácil mantener un Parque-Jardín con mucho uso de grandes y chicos y no es cuestión de un día sino de la constancia de años y días es justo agradecer al jardinero Luis Falco por esta extraordinaria actividad de recuperación, puesta en valor y mantenimiento del Parque de la Estación.
Gracias Luis Falco por dejarnos ver un lugar prolijo, ordenado, limpio, con olor de flores y regalarnos un cielo en la tierra florecido para todos.
¡Gracias Luis Falco! Impecable labor.
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