Falleció el Policía Roqueperense detenido en la causa Castello
Asesinato en la Laguna de Lobos
El deceso se produjo en horas del mediodía según informaron a este medio, el Capitán (RA) Rubén Clementino Morfil se encontraba privado de su libertad desde el pasado 5 de diciembre cuando fue detenido a pedido de la UFI 8 en la causa por el asesinato y encubrimiento en el caso de Carlos Castello, ocurrido en 2008.
El policía retirado se encontraba detenido en la comisaria Tercera de Berazategui y padecía de una enfermedad crónica; el fallecimiento se habría producido por una insuficiencia cardiaca.
Era el único detenido en la causa, ya que el otro policía el Teniente Primero Jorge Godoy fue beneficiado con la excarcelación, dentro de la misma causa el pasado 10 de diciembre. (Informe Abel Barth)
LA HISTORIA
El 6 de enero pasado, el diario La Nación publicó la siguiente nota:
Después de casi 11 años imputan a dos policías por el asesinato de un ambientalista en Lobos
El destacamento policial de la Laguna de Lobos, epicentro de la investigación
El fiscal platense Néstor Tesón acusó al exsubjefe del destacamento de la Laguna de haber matado en 2008 a Carlos Castello, que litigaba por el uso de la costa, y a un oficial, de encubrirlo
Al militante ambientalista Carlos Castello lo privaron de su libertad, lo golpearon y lo mataron de un tiro en la cabeza. Ese crimen brutal fue cometido por policías que después hicieron todo lo que estuvo a su alcance -fraguar documentos públicos, "plantar" pruebas, amenazar testigos- para que pareciera un suicidio. Tuvieron que pasar 11 años para que la Justicia ordenara las primeras dos detenciones.
"Fue mucho tiempo de luchar para que se sepa la verdad, de hacer presentaciones, de ver pasar fiscales, de soportar un enorme desgaste. Esta noticia me devuelve un poco de esperanza", le dice a LA NACION Eduardo Castello, hermano de la víctima y querellante en la causa.
El titular de la UFI 8 de La Plata, Néstor Tesón, consideró haber alcanzado "indicios vehementes y semiplena prueba" para ordenar la detención del ex subjefe del destacamento de la Laguna de Lobos -hoy jubilado- Rubén Morfil, como autor del homicidio agravado por la utilización de arma de fuego y por el abuso en su condición de funcionario policial, y del oficial Jorge Godoy, de la misma dependencia, por el delito de encubrimiento agravado y falsificación de instrumento público. Godoy fue, días después, beneficiado con la excarcelación, pero permanece imputado.
Castello, de 62 años, tenía una clara convicción: pasar el tramo final de su vida en su casa, a metros de la Laguna de Lobos. Pero el hombre ignoraba que una serie de hechos del pasado influirían de manera fatal en su suerte. Haydée Durán, una vecina ilustre de Lobos, había loteado unas 250 hectáreas, que luego repartió en distintas familias. Sin embargo, tuvo un gesto desinteresado al dejar afuera una calle, nombrada El Fortín, para que los vecinos tuvieran un acceso libre a la ribera de la laguna.
Indiferente al deseo de Durán, el club de pesca usurpó ese acceso público. En 1994, un grupo de vecinos judicializó el caso y el juez Claudio Bernad, de La Plata, obligó al club a devolver la calle al municipio. Finalmente, en 2005, el intendente Gustavo Sobrero, a través de la ordenanza 2323, resolvió la cesión del acceso gratuito al club de pesca con el pretexto de un proyecto de construcción de un casino flotante en la laguna.
"Mi hermano, como había ocurrido antes, iba a hacer una presentación formal ante la Justicia por usurpación, pero antes de presentarla en el juzgado su abogado le había explicado que debía radicar una denuncia en el destacamento. Fue lo único que hizo. Jamás cortó una ruta ni organizó una protesta", destaca Eduardo.
El sábado 18 de octubre de 2008, vecinos de la laguna vieron a Castello entrar en la dependencia policial. Nadie lo vio salir. Dos días después, el 20 de noviembre, apareció muerto en su casa, ubicada a escasos 70 metros del destacamento. Tenía un disparo en la cabeza.
"Mi hermano molestaba"
La causa por la muerte de Castello estuvo caratulada como suicidio durante casi dos años, sobre la base de las conclusiones de los médicos forenses y de peritos de la policía de la provincia de Buenos Aires. Ya con la intervención del fiscal de Berazategui Daniel Ichazo, se desplazó a la fuerza bonaerense del caso, por considerarse que existían elementos para sospechar de su responsabilidad en el hecho, y se convocó a la Gendarmería. Los resultados fueron contrarios a los de sus antecesores.
"Los peritos de la Gendarmería confirmaron que el arma que se había encontrado en la casa de mi hermano no era la que lo había matado. Además, detectaron que el cuerpo había sido trasladado desde otro lugar por más de tres personas y que tenía golpes en la cara y en el cuerpo que le habían sido hechos en vida", recuerda Eduardo.
Por el desempeño de los peritos médicos de la policía bonaerense se abrió otra causa por falso testimonio y encubrimiento agravado, que terminó con penas de prisión en suspenso e inhabilitación para ejercer funciones públicas.
Con respecto a la causa penal principal, el fiscal Tesón consideró que Morfil, durante la tarde noche del sábado 18 de octubre de 2008, "mantuvo privado de su libertad a Carlos Castello, sometiéndolo físicamente mediante golpes en su rostro y boca, que le provocaron lesiones visibles, y sofocándolo con un paño o gasa que colocara en su cara". También detalla que, luego de realizar sobre su víctima "un disparo a una distancia de entre 10 y 15 centímetros" procedió "a depositar el cuerpo en el suelo del comedor" (de la casa de Castello) para justificar la escena de un suicidio.
Sobre Godoy, explica que "procedió a consignar falsamente en el libro de guardias del destacamento correspondiente al día 19 de octubre de 2008 la salida de Morfil a recorrer la jurisdicción en numerosas oportunidades y en compañía de otros funcionarios policiales que en realidad no prestaron servicio ese día".
En cuanto al probable móvil, el fiscal describe que Morfil era empleado del club de pesca: "Es ahí donde, en esa función, podría haber existido una confrontación con la víctima, quien, ya recuperada de salud, volvía a la carga para recuperar el espacio perdido".
"Se desprende que los instigadores -concluye Eduardo- pudieron haber sido los empresarios detrás de un negocio inmobiliario monstruoso. Sin dudas mi hermano molestaba. Ellos mismos declararon que después de la muerte de Carlos nadie más se opuso al casino".
Por Gastón Rodríguez
No hay comentarios:
Publicar un comentario