21/9/20

 El día del Estudiante en Pandemia

Como afecta a nuestra juventud?

Dormir mucho, hacer la tarea, mirar series, jugar, whatsappear, hacer videollamadas o comunicarse mediante aplicaciones con amigos, novios y familiares son las actividades que realizan a diario los adolescentes en cuarentena. Desde que el 20 de marzo el Gobierno nacional decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, los jóvenes comenzaron a    tener clases de forma virtual.

Al principio esto significó unas ‘vacaciones anticipadas’, un ‘descanso’          o como bien se repetía en los grandes medios de comunicación: una    ‘pausa’ al año. Pero transcurridos seis meses la incertidumbre en      general  preocupa y principalmente a jóvenes y adolescentes que ven        que se acerca fin de año y no han concurrido a la escuela.

“Incertidumbre” la palabra que se repite

Aunque en algunos lugares se organizaron fiestas o reuniones, muchos otros jóvenes sostienen que es importante cumplir con el aislamiento;        por lo que es para algunos un momento de distanciamiento más        importante que para otros.

Si bien en distintas localidades como la nuestra se han habilitado            varias actividades transitoriamente, la vida no ha vuelto a ser la misma      para ellos. “Desde que entré al secundario veía a los chicos de 6° con        sus camperas. Pensaba en cuando me tocara… El año pasado ya lo palpitábamos: estábamos pagando el viaje, diseñando las prendas de            la promo, viendo salones para la fiesta de egreso. Todo el verano            estuve pensando en eso”, cuentan los alumnos del último año de la secundaria.  Sus planes quedaron truncos por el coronavirus y la suspensión de las clases a solo días del inicio del año lectivo.

La mayoría ya estaban pagando el viaje y pensando en la fiesta de egresados. Esta situación les tiró abajo un montón de momentos que          les daban identidad a las  promociones.

Una visión sociológica

En general, resumen todas y todos que al principio significó algo entretenido, pero que pasado el tiempo empiezan a lamentarse no vivir          la "Promo 2020" como el resto de las egresadas y egresados anteriores,        lo que provoca tristeza la llegada del Día del Estudiante.

En este marco, en una entrevista con La Prensa Federal, la Licenciada          en Sociología Natalia Marcó, y el Licenciado en Ciencias Sociales            Gastón Vaca Cardoso, ambos docentes universitarios, explican el significado de esta situación para los estudiantes.

En primer lugar hicieron hincapié en lo que significa el contexto a nivel general. En este sentido Natalia indicó: “En este contexto de pandemia        por supuesto que siempre el primer análisis es que es una cuestión negativa, porque de un día para el otro a los seres humanos alrededor          del mundo se nos cortó el hábito de estar en contacto con la gente        querida, compartir una mesa, celebrar cumpleaños, celebrar            nacimientos y acompañar en los momentos tan duros como un fallecimiento; por lo tanto son los vínculos esenciales  que se vieron truncados o suspendidos por la pandemia y eso a nadie le hace bien”.

“Después lo que sucede con nosotros es que tenemos esa parte        optimista y vemos lo bueno, y tenemos la esperanza de que pronto se terminará y vamos a retomar nuestros hábitos como seres humanos: vernos, cobijarnos, atendernos, escucharnos, tocarnos las palmas de          las manos y creemos que eso va a ocurrir. Entonces en definitiva el panorama general  es que significa algo negativo que debemos lograr sostener con las familias y con las instituciones de la mejor manera”, agregó.

A su vez, respecto de lo que se resiente en este contexto, Gastón detalló: “Se afectan mucho en este caso las habilidades sociales: en este caso la Juventud puntualmente porque muchas no las tienen, no las han      aprendido y han quedado en pausa por la cuarentena; ese aprender se          va a correr; y con ello me refieron a la forma de relacionarse con sus      pares, con sus papás, con sus jefes, con sus hijos – porque algunos      jóvenes tienen hijos- y creo que ahí se resienten las consecuencias de      esta crisis pandémica, que hace más evidente esto”.

“Nosotros que somos docentes y tenemos contactos con alumnos. En          el discurso nos damos cuenta que se está perdiendo mucho, no sólo            en no poder verse sino en aprender cosas o hacer cosas que en la vida ‘común’ lo podrías hacer tranquilamente. Un ejemplo sencillo es la          forma de comportarse en una reunión, en una entrevista”, ejemplificó,            y puntualizó: “de todas maneras, si bien cuesta mucho digital, en las personas más adultas y de otra generación somos más análogos        digitales  y los jóvenes tienen la ventaja de entrar en un mundo laboral    como sea pero en un mundo digital y van a tener habilidades distintas            a las nuestras”.

-¿Qué diferencia notan desde el principio de la cuarentena a esta parte?

Natalia: – La otra vez conversábamos y me di cuenta que había dejado          de contar los meses. Me encontré diciéndole a otra personas: ‘porque         en estos tres meses…’ y me corrigieron y me dijeron: ‘vamos 6’… Y      sucede que al inicio de la pandemia nosotros, al igual que los más          jóvenes o los más niños decíamos: ‘bueno es negativo pero ya termina’ porque venía a cuenta gotas: un mes, 20 días más.

Y esto que se haya alargado en el tiempo se volvió algo más negativo. Porque a hoy, lo que hay de cierto aparentemente de aquí  a fin de año          es lo incierto. Por lo tanto, ninguna persona para poder desarrollarse,      puede hacerlo en un panorama incierto. La incertidumbre no hace bien a nadie.

Lo que preocupa ahora es pensar en pasar la Navidad con barbijo, el      verano y ni hablar quienes trabajan en todo se rubro.

Gastón: – Lo que observo yo también y no es solo un capital de los adolescentes sino de todo grupo etario es que empezamos con miedo.          Al principio la sensación era esa y se cumplía a raja tabla el control. Y      como todo los casos no aparecían y eso empezó a hacer que fuéramos relajándonos, pero es la responsabilidad individual entre todas las cuestiones y eso va siempre relacionado a cómo han sido educados o      están siendo educados los adolescentes. Si son conscientes del daño        que pueden causar, van a tomar ciertas medidas para que no se          propague el virus. Eso viene de su casa y no hay forma de que cambie.      Hay sectores donde este aprendizaje se ve roto y ahí si hay que      apuntalarlo desde el Estado y de sus pares. Instituciones, clubes, entre otros.

-¿Y cómo les afecta a jóvenes y adolescentes esta falta de estos espacios como la escuela?

Natalia: – La educación Argentina, sin decir ninguna cosa nueva, está en crisis hace mucho tiempo, porque tiene un modelo educativo antiguo        que no contempla incorporación de tecnologías y eso le propone al adolescente un mundo bastante aburrido en líneas generales. En lo particular hay docentes que hacen un esfuerzo enorme para mejorar e incorporar este mundo. Sin embargo, pese a esta crisis la Escuela como institución forma parte de la intimidad del adolescente. Y cuando alguien piensa en la intimidad piensa en el vínculo familiar, sí. Pero en la Escuela quienes frecuentás son tu familia porque con ellos estás vinculados          todo el tiempo; y cuando se podía ir a la escuela era tu familia que te    recibía, teniendo vínculo con tu maestra, con tu profesor, con tus compañeros y compañeras. Es tan necesario ese contacto físico que      ofrece la Escuela, y que hoy no lo tienen. Por lo tanto es negativo no ir           a la escuela en esta situación.

Vos escuchás algunos papás que te dicen que la pasan re bien en este contexto porque duermen más, porque descansan, pero es importante            la rutina, que si bien tiene mala prensa  nos hace bien. Por sobre todas        las cosas ojalá vuelva la presencialidad a la escuela y a las        universidades.

-¿Y qué hay de aquellos que esperaban celebrar los rituales del último      año?

Natalia: – ¡Qué importantes son los rituales! ¿Por qué? Vas a por          ejemplo bautizar a una hija, y la verdad que no es nada que ver que                sea de manera virtual, si solamente pueden ir a la Iglesia los papás y el bebé, por decirte un ritual. Otro es el de acompañar a familiares de        alguien que fallece: el ritual de acompañarlos durante la noche en el      velorio, acompañar a la mañana siguiente con flores, ir al cementerio; y      eso no tiene punto de comparación con hacerlo de manera virtual; en          esto también se ve muy afectada la persona que se está por recibir del secundario.

Hay un esfuerzo impresionante de los directores y docentes que    conocemos que tratan de no bajar los brazos y estar cerquita,      reemplazando lo físico por lo virtual. Así que seguramente de algún        modo se festejará virtualmente, pero eso no va a reemplazar nunca          nada; hasta la preparación de la vestimenta, el organizar qué parientes vienen, cuáles no y todo ese desorden en la vida cotidiana se tiene que       dar, por lo que nunca se van a olvidar este año y cómo lo vivieron. Lo mismo los niñitos que ingresan a la escuela a primer grado que ellos            sólo conocen hoy una maestra virtual, la tarea que hacen en la casa y        nada más, nada que ver a lo que le espera cuando vaya a la primaria          como la conocemos.

-¿Cuáles son los principales desafíos entonces para adolescentes y      familias en este contexto?

Natalia: – Si hablamos de lo que sucede hoy, esto que detallamos es un diagnóstico, y como tal hay que superarlo. ¿Y cómo lo superamos? Trabajando en proyectos de vida: acercarle proyectos de vida alrededor        de lo que le guste a los jóvenes, en lo laboral, en lo familiar, o en estudiar. Preguntarles a ellos que quieren y acompañarlos. Siempre acompañarlos.

Gastón: – Que los gurises se sientan incluidos y encuentren los espacios para estar incluidos. Que no se pongan frenos a ellos mismos. Y los      adultos trabajar en la aspiración a la vida adulta en los adolescentes: nosotros le vendemos a la juventud que está mal ser adulto, que es feo,        que es aburrido y ellos van a comprar eso.

-¿Y qué hay del trabajo emocional para con adolecentes?

Natalia: -En líneas generales diríamos que queda mucho trabajo en pandemia. Trabajo con las juventudes; porque desde hace décadas – y      esto estudiado desde las ciencias sociales- hay una abdicación a la responsabilidad de enseñar. ¿Y a qué se refiere? A que desde cerca del      año 2000 a esta parte hubo un incremento en la cantidad de casos de los adultos que quieren parecerse a los jóvenes: no ejercer la autoridad,        decir ‘aprendé como puedas yo soy igual que vos’, no generar reglas…          Y eso ha provocado a la juventud muchos problemas pre pandemia. Así      que hoy es un momento en pandemia de resarcir esta situación y        retomar como adultos la obligación de educar.

Y los adultos tienen la responsabilidad de educar y deben retomar ese compromiso, sobre todo en la emocionalidad. En el marco de la          liberación sexual que viven adolescentes  y jóvenes hay una sobrevaloración del placer, y en torno a ello los vínculos se vuelven descartables, lo que genera heridas afectivas profundas en las          personas. Genial que disfrutes tu ocio, tu tiempo libre, de tus vínculos,    pero siempre con responsabilidad.

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