15/10/20

 Un Boliche Centenario de origen Ferroviario: El Boliche de Tortell

Por Lis Solé

Muchas veces se va detrás de lugares lejanos sin ver lo valioso que hay     cerca, sitios, objetos y personas que al verlos todos los días, se          mimetizan con el paisaje y pasan como desapercibidos.

Algo así le ha pasado a casi todos los que cruzan la vía de la Ruta N° 61          que va desde Alvear a Bolívar y no ven sobre la mano izquierda, el            boliche de Tortell, cuidado y prolijo, una construcción que ya tiene más            de 120 y que se remonta a la llegada del ferrocarril inaugurado en 1897.

LOS PRIMEROS PROPIETARIOS

La historia sobre sus orígenes se ha repetido de generación en            generación y tal como lo narra su actual dueña María Luisa Tortell de       Desideri, siempre fue la misma.

Resulta que ese lugar era propiedad del español Benito Del Río, dueño              de la quinta que llegaba hasta la calle 9 de Julio, límite oeste del entonces pueblito alvearense. Cuando a partir del 1900 el ferrocarril se extiende           hacia el sur de General Alvear en línea a Olavarría o Lamadrid pasando           por Yerbas, la Empresa Ferrocarril del Sud comienza a adquirir los           campos por dónde pasarían las vías.

Según cuentan, don Benito no quería vender su propiedad; en la esquina       tenía su boliche que parecía querer atajar el tren. Algunos dicen que los catangos y otros empleados con el movimiento de hierros y maderas un      buen día no se sabe si a propósito o qué, destruyen parte del rancho lo          que enoja a su dueño. La situación no podía mantenerse más así que finalmente negocian y Benito Del Río vende los metros de la quinta que            se necesitan para seguir la vía camino a Olavarría y en compensación, el Ferrocarril le construye la casa actual[i] y de ahí es que tiene esa            fisonomía y fortaleza ferroviaria.

La transacción está documentada en la escritura histórica de la Propiedad donde consta que Del Río ha vendido parte del terreno al Ferrocarril del          Sud y entre los albañiles que la construyeron estaba Nicanor Barloqui, empleado del ferrocarril, que siempre repetía la forma en que fue         construida.

 

CON CARACTERÍSTICAS FERROVIARIAS

La casa tiene todas las características de la construcción ferroviaria ya    además de la solidez de las paredes, los pisos eran de madera de pino               tea con puertas y ventanas de maderas y rejas. Contaba inicialmente               con cuatro habitaciones, una cocina, el local para negocio y el depósito. Aparte, el galpón de chapas más hacia la esquina.

La galería cubría todo el frente de la casa quedando en medio el hall            abierto pero techado característico de las construcciones de la época y          que comunicaba la cocina con las piezas teniendo atrás, otras galerías            que llevaban a las demás habitaciones con una superficie total de 276        metros cuadrados cubiertos entre el galpón de chapas de 109 metros y              los 167 metros cuadrados de la casa “destinada a negocio”.  

 

HISTORIAS DE HERENCIAS DE BENITO DEL RÍO.

Don Benito Del Río, un español de ojos celestes nacido en 1845 y casado        con la española Amancia Martínez, aparece en Alvear en 1876, cuando          recibe del primer Juez de Paz y Presidente de la Corporación Municipal          don Melitón Ruiz, las escrituras de solares en Alvear (Llantada, 50)             siendo el primer propietario legal de la casa. En 1882, los Del Río             residían en el Cuartel 3° de General Alvear tal como lo atestigua el acta            de Bautismo de su hijo Tomás pero en el bautismo de los demás hijos, ya aparece en el Cuartel 1° ubicado en la planta urbana.

En el año 1890, se entregan títulos de propiedad de la manzana N°79, a 43 metros de la Plaza Principal y entre ellos se encuentra don Benito Del Río.

Ahora bien, se conoce de la existencia de otros Del Río que han llegado         tras este primer Benito, también españoles y también comerciantes. En              el año 1908, se acercan al Juzgado de Paz de General Alvear, “don Benito        Del Río de 39 años de edad (n.1869) y 12 de residencia en el país, y don Marcelino Del Río de 36 años de edad y también de 12 años de     permanencia en el país” los dos solteros, para pedir la autorización para      tener un comercio llamado “La Novedad” bajo el nombre “Del Río Hermanos” ubicado “frente de la Plaza Principal” en “los ramos de tienda, almacén, ferretería, corralón de maderas, acopio de frutos del país,           herrería y carpintería y demás”.

Este Benito Del Río del comercio “La Novedad”, no puede ser el que          recibió los solares del Juez Melitón Ruiz porque en ese momento tendría       sólo siete años y además y en 1908, recién contaba con 12 años de permanencia en Argentina. Así que todo hace suponer que vinieron          primero Benito con su esposa Amancia y en 1896, los hermanos Benito y Marcelino que habían quedado en España, situación que no es para nada       rara ya que ese ejemplo se repite en la historias de familias inmigrantes.

La tradición familiar cuenta que el “Tío Benito” fallece muy rico con        historias de herencias de una fortuna oculta y millonaria, riqueza en propiedades que ni los más próximos parientes conocían y que al no ser reclamadas, fueron finalmente usurpadas.

Como todos los inmigrantes de esa época tuvieron muchos hijos, entre         ellos Tomás, Isabel, Pedro, Ricardo, Cándida y Ana. Hasta 1927, Benito           Del Río era propietario del negocio y al fallecer en 1941, lo hereda su hija      Ana Del Río de Arena e hijos.

HISTORIA DE AMOR DE ANITA Y JUAN ARENA

Anita fue censada en 1895 en el Cuartel 3° de General Alvear donde vivía         con sus hermanos no muy lejos de donde vivía el español y hacendado Antonio Arenas de 46 años junto a sus hijos Manuela, Alberto, Lorenzo      Emilia, Rossaura, Antonio (h) y Juan que en ese momento tenía 16 años.

Así que Anita, nacida en 1886, se enamora de Juan Arena, jornalero cinco    años mayor, con el que se casa y se mudan al almacén donde nacen sus        siete hijos[ii].

En el año 1947, Anita queda viuda y entonces vende la propiedad a           Antonio Eduardo Tortell, el papá de María Luisa Tortell Pueblas de          Desideri, su actual dueña manteniendo el boliche abierto hasta su cierre definitivo en el año 2000.

EL BOLICHE DE TORTELL

En épocas de caballos y sulkis, el boliche almacén con su hermosa            galería, su techo a dos aguas y las cargas características de las esquinas,       con las rejas en puertas y ventanas y la cerca de madera, es parada        obligada de carros y chatas antes de tomar el largo camino hasta la          colonia “Fortín Esperanza”, al Parche, a “La Morocha”, a “Los Chúcaros”             o a tantas estancias al este del pueblo. Ve nacer la “hermana menor”, la Colonia “San Salvador del Valle” y era el culpable de los retrasos de los hombres por “tomar una cañita en lo de Tortell”, aún a pesar de las malas    caras de las esposas.

Desde el año 1947 hasta el año 2000, Antonio Tortell y su familia mantienen       el almacén abierto por más de 50 años siendo recordado por su atención atenta y su sonrisa sincera. ¡Cuántas anécdotas en el corazón de muchos!        El “boliche” con su amplio patio delantero, evoca a los palenques donde          se ataban los caballos y en su interior, un amplio local fresco y de unos                8 X 9 metros, reunió a la paisanada antes o después de la salida del          pueblo.

Su lugar estratégico, lo convirtió en lugar de espera de los conductores de chatas y carros que hacían una larga cola para descargar en los galpones       del ferrocarril. Los altos y pesados transportes tirados por caballos y    cargados con “los frutos del país” se alineaban sobre en la calle paralela            a las vías.

Añadir título

La casa se ve como recién hecha. El cuidado por las raíces y el apego a la     casa familiar por parte de su dueña María Luisa Tortell Pueblas de           Desideri y sus hijos, demuestra que no importa la antigüedad de la construcción porque se verá bella, prolija y acogedora cuando se la quiere          y mantiene en excelentes condiciones de limpieza, atención y buen gusto     que bien valdrían un premio a la conservación del patrimonio alvearense.

Una boliche ferroviario en un lugar estratégico, otra historia de almacenes propiedad de los Del Río, los Arena y finalmente los Tortell Desideri, comerciantes alvearenses que marcaron un paso obligado en la historia pueblerina, parada segura para escuchar “las últimas noticias” y              conseguir el faltante olvidado de la mano de los amables y recordados bolicheros de campo.

NOTA: Agradecimiento a María Amelia “Maruca” Tortelli de Córdoba, a          Adriana Sánchez Del Río, a Rodolfo Solé, a la Sra. Evangelina Quin de          Catastro Municipal y es especial a la Sra. María Luisa Tortell y sus hijos Sebastián y Dario Desideri.

[i] En la escritura de la propiedad consta que Benito del Río vende esa     fracción de campo al Ferrocarril del Sud. Dice textualmente que la propiedad: “limita al este con el resto de la misma quinta número                  cincuenta y uno vendida al Ferrocarril del Sud”. Escritura año 1941                cuando la quinta se vende a Tortell.

[ii] Los siete hijos son: Adela (casada con Antonio Yocco), Plácido              (casado con María Sotelo), Elena Elvira casada con Juan Yocco casada            con Gregorio Torrecilla, Rosalía Raquel, Eduardo Abel casado con Adela   Yocco, Héctor Juan casado con Dominga Rebeca Dimaro, Celina                Remigia (soltera) y José Benito Arena Del Río (soltero).


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