19/8/21

 Tomás Osvaldo Herro, Escritor Costumbrista del Paraje Santa Isabel

Por Lis Solé

Tomás Osvaldo Herro, poeta, escritor, dibujante. Un “paisano simple” que    pintó con letras el paisaje de la provincia de Buenos Aires. Sencillo y de          una humildad que sólo los grandes tienen pero sin dudas,  uno de los      primeros escritores costumbristas de los campos bonaerenses.

Junto a sus padres y abuelos, vivió su infancia y juventud en “La Sofía”,          un campo situado en el Cuartel VI de General Alvear hasta que, después            de haber estado por diferentes partidos de la provincia se estableció    finalmente en Tres Lomas. Su abuelo vasco, José Herro, fue el constructor        de la estancia de Domingo Aguerre en 25 de Mayo y quizás con su ayuda,          se instala en “La Bellaca”, propiedad del mismo partido que alquila a            Celina Lugones hasta que adquiere el campo “La Sofía” de Díaz, en            Alvear.

Allí es donde Osvaldo se impregna de los horizontes y la gente del paraje          de Santa Isabel y donde se gesta su primer obra, “Los gauchos del        cañadón”, libro que escribirá casi a los 40 años y ya lejos del pueblo,            refleja la vida de la gente de un paraje cruzado por los arroyos “donde    pioneros de todas las razas fueron los gauchos fundadores” de los que            “no escribieron la historia porque la que se anota es la de las ciudades”.

A “Los Gauchos del Cañadón” sumó “Laura y la tía Rufina”, “Lejos de la Querencia” y “La frontera del Cuero (1868-1872)”, una novela histórica              que abarca un período conflictivo donde los malones eran hechos        cotidianos y los enfrentamientos costaban vidas y cautivos.

“LOS GAUCHOS DEL CAÑADÓN”

Con los recuerdos vividos en Alvear y establecido en Adrogué por el                  año 2005, comienza a escribir “Los Gauchos del Cañadón” “acudiendo                a la memoria” y a las referencias que fluían desde su amor hacia el paraje donde vivió con tanta intensidad.

Nada fácil es encadenar sucesos y conocimientos y más, cuando hay      espacios en el tiempo que no se pueden salvar pero con la paciencia del        buen escritor que conoce el arregla, tacha, borra y vuelve a escribir,          Osvaldo consiguió armar un libro donde su pasión de historiador            sobresale por los “visos de realidad”.

Las historias se desarrollan con la presencia del gaucho Navarro,          empleado y amigo de su abuelo y de su padre, un “agregado” como se          decía en el campo. Navarro era un señor como de la familia al que se le respetaba, una persona que vivió por más de una vida por sus        características de caminante y observador y que fue compañero de              Herro cuando estaban en “La Sofía”.

El libro reúne historias de las primeras décadas del 1900, describiendo            los campos alvearenses y sus habitantes, los boliches de don Salinardi y Marchioni, los caudillos del lugar, la Escuela N° 2 y el Club Comunitario,            su fundación en épocas de los Sinnot, cuentos de indios y mercachifles,          los desbordes del Vallimanca o las visitas anuales de las comparsas de        esquila de Martínez, los cuentos en la matera en días de lluvia y tantos      hechos comunes a la gente del lugar y que a partir de la lectura, también            lo son para el lector por su descripción detallada y el lenguaje coloquial utilizado.

Su testimonio y su excelente memoria, ayudan a revivir la historia de un      paraje que ha quedado casi despoblado por motivo de las muchas inundaciones y también, por el desvío de la Ruta 205 que lo dejó aislado.        Sus vecinos, sus estancias, sus boliches, la vida de los peones del            campo, la idiosincrasia de los hacendados, la escuela y sus fundadores,              la esquila y los arreos, los visitantes y los caudillos de Santa Isabel, son historias que Osvaldo narra en un estilo ameno a través del diálogo con Navarro.

LAURA Y LA TÍA RUFINA, SU SEGUNDO LIBRO

Esta novela tiene un subtítulo que es “La estancia del Espinillo” y se trata          de una joven llamada Laura, hija del dueño de “El Espinillo”. Cuando            fallece el padre, la fortuna ha desaparecido por distintas cuestiones y         Laura, casi sin nada, es protegida por Rufina, una persona de carácter y    dueña de una estancia vecina que la trata siempre como una hija a quién aconseja y acompaña.

Como todas las novelas de Herro, se desarrolla en medio del campo entre tareas rurales propias de las estancias con nombres reales y asuntos    camperos que conforman la verdadera entretela que da interés a la trama            y que pinta las costumbres de una época fruto de la investigación veraz,              la variedad y lo florido de los datos.

LEJOS DE LA QUERENCIA

Su tercer libro fue “Lejos de la Querencia” donde la realidad y la ficción se conjugan en épocas de cuando Herro, como casi todo chico de campo,          debe alejarse de su casa para ir a la escuela. La escuela estaba lejos de        todo así que su educación primaria y secundaria fue en el pueblo, viviendo        en pensiones de marzo a diciembre con tres o cuatro visitas anuales de sus padres, con distancias que no lograron su desarraigo.

Sin embargo, este despegue obligado y muchas veces dramático, agudizó          su percepción de las cosas. Su vida estudiantil lejos, potenciaba sus    recuerdos del campo y el hogar familiar, el conocimiento de la gente        sencilla, los valores de la amistad, la buena compañía, los caballos y los      libros.

En la historia hay referencias de lo que tanto añoraba, el campo y su gente,      las tierras de Santa Isabel, la estancia paterna, las anécdotas y aventuras          de vacaciones cuando compartía las charlas con su tío Julián y su padre,          las charlas políticas que giraban a través de las pullas entre radicales y conservadores y demás hechos que sucedían en el “barrio” tanto en          General Alvear como en Del Valle, partido de 25 de Mayo.

La riqueza de la narración y su constantes referencias a la situación            política y social de Buenos Aires, dejan casi de soslayo los datos autobiográficos para centrar el relato en las tareas del campo y el impacto          de los avatares políticos.

El hablar pausado y amable se transmite a sus escritos que describen cada situación en un una narración amena y simple, con diálogos enriquecidos      por su gran saber sobre la idiosincrasia de la gente de campo durante la década del 50.

LA FRONTERA DEL CUERO

En el año 2012, el 12 de noviembre, presentó su último libro “La frontera            del cuero”, una novela ambientada entre los años 1868 y 1872, años muy complicados para el centro de la provincia de Buenos Aires en una          narración enriquecida por la exhaustiva investigación histórica. El título        hace referencia a las tolderías de los distintos caciques indios y los protagonistas, entre ellos Leandro Loza y personajes que en muchos casos    han sido sacados de la realidad.

Sin dudas, nada falta en esta obra; están presentes las historias de amor,        los malones indios, los movimientos y pertrechos del ejército, el campo      infinito sin alambrados con pequeñas fondas y postas, el vivir diario entre desgracias y zozobras con mujeres cautivas, rastrillajes y persecuciones a caballo, los traslados en chatas y carretas y el uso en viejas galeras tiradas    por caballos que cruzaban la llanura.

Tal como cuenta la novela, la comitiva de los protagonistas que salió de    Buenos Aires hacia el sur para hacer un viaje sin mayores contratiempos atravesó la peste, la perdida de amigos y los enfrentamientos a los indios          de Cafulcurá que finalmente, son vencidos en la batalla de “San Carlos”              el 8 de marzo de 1872.

TOMÁS OSVALDO HERRO, UN ESCRITOR COSTUMBRISTA

Este resumen de la producción literaria de Herro no alcanza para entender          su obra: hay que leerla, seguir su trama, desenredar las descripciones de        los lugares, de las personas, de los hechos que el escritor desarrolla con fluidez y que la hacen entretenida y pintoresca.

Librero, publicista, poeta. Su obra comenzó con publicaciones en el Diario      “La Nación” y  en el periódico “El Ciudadano” de 25 de Mayo, “La Mañana”        y “Surco Abierto” de Bolívar y “La Prensita” de Tres Lomas, ciudad donde        se radicó con su señora Eldita Galli.

Durante algún tiempo hizo un programa radial que se llamaba “Hablando          de libros” junto a Gerardo Cuadrado en FM Amanecer de Tres Lomas. Allí aseguraba que el uso del libro es interesante y que no compite con la radio,      la televisión o las redes porque son medios distintos y cada una es fundamental en su medio. Herro asegura que los grandes de la Argentina fueron los que hicieron más por la educación y cada uno de acuerdo a su      época hizo lo posible para llegar con ella ya fueran con escuelas, libros o computadoras.

Con su ágil escritura y con sus esclarecedores bocetos que ilustran sus      libros, Osvaldo Herro contribuye a ese fin; ha regalado una prosa    costumbrista que describe el campo del centro de la provincia dentro de        una trama argumental tan atrayente y seductora como las mujeres que protagonizan sus obras.

A todo ello, Tomás Osvaldo Herro agrega un conocimiento y uso de las      fuentes bibliográficas preciso y veraz sin caer en los golpes bajos ni el      exceso de datos aburridos que demuestran que él, tal como un libro    caminante, supo transmitir su saber con la sencillez de los grandes.

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