“El Pingüino”, el asesino que estremeció a Bolívar y que volvió a atacar 25 años después
Alberto Berrestiaga tenía 18 años cuando mató de un escopetazo a un comerciante y violó a una joven. Pasó casi 24 años preso. Salió en 2019 y este año 2021 fue detenido acusado de abuso sexual contra una menor.
Cuando el 31 de octubre de 1996 Alberto Javier Berrestiaga festejó su cumpleaños 18 no sabía que iba a ser uno de los últimos que pasaría en libertad. Tres días antes había cometido un robo, fue a la ciudad de Azul a declarar ante la Justicia y volvió a Bolívar. Ya tenía cierto prontuario sobre su espalda, pero su condición de menor de edad lo favorecía. Sin embargo, el 18 de noviembre, “el Pingüino”, sobrenombre heredado y por el que era conocido en el barrio, fue por más. Tras ingresar a robar a una casa, mató a un hombre, luego tomó de rehenes a una pareja, violó a una mujer y escapó. Pero fue encontrado rápidamente y condenado. De ese hecho que sacudió a Bolívar, se cumplen 25 años, y las andanzas del “Pingüino”, que recuperó la libertad en 2019, volvieron a la luz hace poco, con una nueva detención.
“El martes voy a robar un almacén del (barrio) Casariego”, le dijo Berrestiaga a un compañero de fechorías. Pero no fue el martes su golpe, ni un almacén, sino otro comercio. Y se adelantó también 24 horas.
Todo comenzó el domingo a la noche, cuando fue a un local bailable. Ya en la madrugada, siguió a una pareja que también había ido a bailar hasta su casa de la calle Larrea.
Esperó en la oscuridad de la noche hasta que se decidió a saltar el portón de chapa lindante a la carnicería “El Paisano”. Detrás estaba la casa donde vivía la pareja, compuesta por Omar Fuster, de 35 años, y Mercedes Montero.
El silencio que reinaba bajo el cielo negro le jugó una mala pasada, y Fuster se despertó. “Alcanzame la pistola”, llegó a decir el comerciante a su mujer. Pero no tuvo tiempo de tenerla en su mano. Desde el patio, Berrestiaga disparó contra la ventana desde donde escuchó el grito. Los perdigones de la escopeta calibre 16 recortada impactaron sobre la humanidad de Fuster, quien herido se arrastró en busca de ayuda por la habitación y un patio interno. Pero su vida se apagó dentro de la carnicería.
Fuga y rehenes
“El Pingüino” abandonó su plan de robo y escapó del lugar. Pero lejos de volver a su casa, siguió con su raid delictivo. Caminó sin rumbo muy concreto y cuando pasaba cerca de la Plaza Rojas encontró a una joven pareja dentro de un viejo Ford modelo ‘30. Allí estaban Germán, de 21 años, y María, de 23.
Los hizo manejar sin un destino fijo hasta que fueron a un sector de quintas, en las afueras de la localidad. De repente el auto empezó a corcovear y se paró: se había quedado sin combustible. Tras atar al joven, Berrestiaga, siempre con su escopeta homicida en mano, siguió camino con la mujer. Y en un descampado, la violó.
“El Pingüino” fue desde allí hasta la casa de su madre, donde se acostó luego de una noche larga e intensa. Antes, dejó la escopeta perdida en medio de un campo sembrado, a unos 500 metros de la ruta 65 que bordea la ciudad. En una planta ubicada junto a un santuario, en tanto, arrojó cuatro cartuchos.
Cuando el comisario Alberto Lombardo y su gente tomó conocimiento del caso, comenzó a rastrear los lugares donde frecuentaba Berrestiaga. No pasó mucho tiempo hasta que lo encontró, y el sospechoso no tardó en confesar el hecho y dónde estaba el arma homicida. Pasó sus siguientes días en la cárcel de Azul a la espera del juicio, que llegó en diciembre de 1998.
Condena y reincidencia
Decenas de testigos declararon en cuatro jornadas ante la Cámara de Apelaciones y Garantías de Azul, tribunal que lo condenó a prisión por “homicidio simple, violaciones reiteradas y privación ilegítima de la libertad”.
Los siguientes casi 24 años fueron tras las rejas. Sin reducción de pena ni beneficios que a veces la Justicia otorga, recién salió del penal el 18 de octubre de 2019, días antes de su cumpleaños 41. Habían pasado más de dos décadas sin poder festejar su natalicio fuera de la cárcel, rodeado de compañeros de celda.
No obstante, no iba a pasar mucho tiempo para que Berrestiaga volviera a cruzarse en la vida de la Policía y la Justicia. El 2 octubre de este año fue detenido al ser acusado de abuso sexual con acceso carnal agravado por razones de convivencia contra una menor, hija de su pareja, quien sufre además discapacidades intelectuales. Según determinaron las autoridades, los casos de abuso se habían dado en forma reiterada en los últimos meses.
Cuentan que cuando los efectivos fueron a buscar al “Pingüino”, lo encontraron escondido en el interior de un camión estacionado. Ahora seguirá “escondido”, pero tras las rejas de la Unidad de Sierra Chica, a la espera de un nuevo juicio condenatorio.
Por Fernando Delaiti, de la Agencia DIB
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