Paraje «Los Gatos», presencia de la Familia Riglos
Por Lis Solé.
Parajes rurales. Cada uno de ellos guarda relatos olvidados, historias de familias que pierden su nombre en el tiempo; parajes tan lejos del pueblo que parecen caerse del mapa hacia Las Flores, Saladillo o Tapalqué como casi queriendo volver a los distritos a los que pertenecieron hace 150 años atrás, cuando aún no estaba creado General Alvear.
Sus nombres, abren la imaginación, estrujan el pensamiento con preguntas y respuestas que van por mil huellas de orígenes y casi en el límite del olvido eterno.
LA ESCUELA DE “LOS GATOS”
La escuela se encuentra en el Cuartel III de Alvear con caminos tan difíciles de recorrer que es mejor ir por la ruta 51 y bajar a la derecha en el kilómetro 291 ya en el partido de Saladillo a 62 kilómetros de la cabecera del partido. De la Ruta hasta la escuela aún queda un buen trecho, cruzando nuevamente el Arroyo de Las Flores y el almacén “El Cambalache”.
La escuela tiene 63 años y la primera respuesta sobre su nombre podría ser porque pasando el edificio, un buen territorio pertenece a los Gatto, familia que desde principio de siglo habita en el paraje. Nada más fácil de hacer la relación con su apellido ya que además, han sido sus alumnos por generaciones, han contribuido y visitan actualmente la escuela colaborando en todo lo que está a su alcance. Podría ser que hayan donado el terreno y por eso lleva su nombre…Pero no, sólo es una coincidencia porque cuando el abuelo José Gatto y su esposa llegaron en la década del 30, ya el paraje se llamaba así.
LA DECISIÓN Y APORTES DE LA FAMILIA INZAURGARAT…
Así que la primera hipótesis no es correcta ya que el terreno de la escuela fue donado por la familia de José y Amadeo Inzaurgarat. En el año2006, la escuela celebró su 50 aniversario y la familia llevó una placa a la escuela que dice: “Familia de Amadeo y José Inzaurgarat", placa que demuestra lo cara a los sentimientos que ha sido y sigue siendo la escuela para ellos.
Don Amadeo Inzaurgarat y su familia vivían cerca del lugar y tenían hijos en edad escolar pero, a pesar de estar cerca de Saladillo, no podían llevarlos a la escuela por el mal estado de los caminos que se agravaba por el peligro de cruzar el arroyo en épocas donde todavía no existía el puente actual . Inzaurgarat contrató una maestra en la década del 50 para que fuera a su casa y atendía a sus hijos… y también a los chicos vecinos.
La “escuela” particular marchaba muy bien pero pronto “la matrícula” fue demasiado numerosa y entonces, se hicieron las gestiones para que se creara la escuela y para ello, Inzaurgarat donó el terreno para su construcción.
En uno de los archivos de la escuela hay una hoja escrita con tinta del año 1955, escrita por la primera maestra Francisca Justina Artigas, donde cuenta las cosas que había conseguido para la escuela: los bancos, pizarrón y hasta las cacerolas además por supuesto, de la cantidad de alumnos inscriptos.
VICISITUDES DE LOS MAESTROS RURALES
Dicen que las historias de los maestros rurales son inefables. Tiernas y también con riegos por la soledad y la precariedad de los caminos y la comunicación. Sus historias inolvidables se repiten en cada maestro y en cada página de vida.
Vale bien recordar en nombre de todos ellos lo escrito por un vecino del lugar, el sr. Mario Bianchini, que escribió hace unos años un libro sobre uno de los maestros rurales y en este particular, sobre la escuela de Los Gatos. El libro se llama “Homenaje a un maestro rural” donde cuenta del sacrificio que hacía el maestro Jorge Novella y las anécdotas de sus viajes hasta llegar a “Los Gatos”, docente que estuvo una década en el lugar y con más de 25 alumnos.
Roberto Brunetti, otro de los vecinos que aún vive en el Paraje, fue de los primeros alumnos aunque uno de los mayores y continúa yendo a la escuela pero ahora, con podadoras y máquinas para mantenerla siempre limpia y prolija.
Saben todos que la escuela es suya y más la escuela de “Los Gatos”, perdida en la distancia, una escuela que ha cobijado cientos de alumnos y decenas de maestros rurales con sus propias anécdotas y vivencias.
LA PRESENCIA CENTENARIA DE LA FAMILIA RIGLOS
Realmente un distrito de grandes, con nombres que hablan tanto como su paisaje: Cambaceres de “El Quemado”, Irigoyen y su compañera Luisa Bacichi, los Wallace, los Núñez, García Errecaborde, los Maguire, Lalor, Álzaga y por supuesto, la familia de Marcos Riglos que justamente es conocida como “Los Gatos” y que resuelve el por qué del nombre del Paraje.
En la familia de don Marcos Riglos fue usual el sobrenombre de “GATOS”. ¿Quién del vecindario no conoce al “Gato”, a la “Gata” y a Miguel, “el Gato”?
La dueña de “Hinojales” María Josefina Riglos tenía como sobrenombre “La Gata”; todos la conocían como “la Gata Riglos”.
¡Y hay más Riglos con ese sobrenombre!
El primer Riglos que compra en Alvear a José Portugués la estancia “9 de Julio” es Marcos José Andrés Riglos Oromí quién tuvo con su esposa María Isabel Álzaga tres hijos: Miguel Ángel de Riglos Álzaga, el “Gato”, abuelo del actual Miguel, (1848-1945), María Josefina “La Gata” (1903-1975) y el “Gato” Marcos Rodolfo Riglos Álzaga, padre de Ángela “Yiyi” Riglos, la dueña actual de “Los Gatos” que aparece ya en el año 1921 en el Anuario Kraft de propietarios rurales con el nombre “Los Gatos”, todavía en propiedad de María Josefina Magdalena Riglos Álzaga.
PARAJE INDÓMITO Y SAGAZ
El Paraje da fe de la astucia y sagacidad de un animal amado y temido a la vez y de una familia que ha trascendido los límites de Alvear y que ha estado presente durante siglos en la historia de la Argentina.
Paraje “Los Gatos” que debe su nombre a la familia Riglos, los dueños de la estancia “9 de Julio” desde 1878.
Un enigma descifrado y una historia más para no olvidar.
Fotos:
- Estancia “9 de Julio” de Miguel de Riglos.
- Estancia “Los Gatos” de María Josefina “La Gata” Riglos.
Agradecimientos a todos los que escucharon y ofrecieron su tiempo y recuerdos para conseguir armar esta nota: Marta Barbaro, José y Mercedes Lalor, Juan Cruz Jaime, Abel, Miguel y Rubén Gatto, Alfredo Gándara y su esposa Valerie, Roberto Brunetti y Marcelo Brunetti.
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