23/9/20

 Kiosco «Julia»

Extraído del libro General Alvear en blanco y negro.

José Leónidas Herrera tuvo una dura historia de vida. Criado por su          abuela, quedó solo a los 15 años. Desde los 10 trabajaba en el boliche                de Limongelli, donde ganaba 5$ mensuales.

Un día, alguien le ofreció un cajón para lustrar calzado. Ese 25 de mayo,           su primer día de trabajo, ganó 7$ ¡¡lustrando zapatos!! Desde entonces, y    hasta 1960, ocupó su sitio de lustrador en la vereda del Hotel Español        (donde hoy se ubican el Hotel Star).

Luego comenzó a vender golosinas, bebidas y choripanes en la cancha,            en el cine y otros lugares…

En el año 1964, la empresa Coca-Cola le trajo un kiosco de madera.       Recuerda su hijo, más conocido por “El Pelado”, que “se lo dejaron            tirado en el patio, desarmado”….Estuvo a punto de devolverlo, pero su     señora, Juana Casas, lo convenció para que no lo hiciera. Fue así que         entre sus amigos Carlitos Espinosa, Tete Severino y el “Viejo” Severino            lo pusieron en pie, asaditos de por medio…Eran noches de amistad, de      trabajo y de esperanzas.

Nacía así el recordado “Kiosco Julia”, llamado así en homenaje a una tía        que lo cuidó cuando quedó solo... Al principio, emplazado en el baldío        pegado a la iglesia católica. Más tarde, en diagonal con la Escuela Nª1 (Sarmiento e Yrigoyen) y finalmente, en la esquina de San Martín e          Yrigoyen.

¿Quién no lo recuerda, siempre a mano para comprar una golosina, un      paquete de cigarrillos? Todos disfrutamos allí de   las recordadas            galletitas Manón, las pastillas Renomé, DRF, o los sachecitos de miel.

¡Inalterable en nuestras memorias el querido Kiosco Julia! 😍

 

(Extraído de "Gral. Alvear en blanco y negro")

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