23/9/20

 Senderos ferroviarios

Por Lis Solé.

Vías y estaciones. Señales y barrios ferroviarios…Tantos lugares que            añora el corazón y reflejan la historias ya centenarias de trenes y            pasajeros, de cargas, de encomiendas y traslados. Con el cierre de          ramales, las estaciones se quedaron solas, abandonadas y libradas al vandalismo. Sin embargo, vestigios del ferrocarril continúan siendo en              la vida presente el testimonio vivo de esos hechos que significaron un          gran momento en la historia de los pueblos.

Dicen que “el patrimonio urbano es una obra de arte que permanece en            pie a través de los tiempos y están cargadas de un mensaje espiritual              del pasado[i]” y es porque son las voces de los abuelos que deben ser salvaguardadas respetando su autenticidad.

Esta autenticidad, debe corroborarse con los testimonios orales de los            que vivieron esa época y usaron esos servicios y objetos. O sea, respetar        su esencia, cuidar sus características, sus colores, su entorno, su uso        actual, pasado y futuro. Las entrevistas realizadas desde hace años a los ferroviarios jubilados de General Alvear, dan fe de la importancia que                tuvo el ferrocarril y con emotividad explican el uso y utilidad de los        vestigios que aún se ven en cercanías de la Estación.

LOS MUSEOS A CIELO ABIERTO

Los “Museos a cielo abierto” son lugares al aire libre, de acceso público,    donde cualquier poblador puede acceder y tomar contacto con la historia      local y el área que correspondía al Ferrocarril General Roca, es el espacio      ideal para encontrarse con el pasado.

En General Alvear, el predio ferroviario está ubicado al Oeste de la ciudad      fuera de las Avenidas de circunvalación sobre la Avenida Nueve de Julio encontrándose los vestigios más notables entre Villa Belgrano y la            Cancha del Club de Colorado.  Parte de esta gran plaza está actualmente    destinada a un parque botánico y más allá, un paseo que conserva sitios        que han perdido significado por desconocer su utilidad pero que con los aportes testimoniales se potencian y magnifican.

UN POCO DE HISTORIA

Si bien el pueblo fue creado en 1855, la llegada del ferrocarril en 1897        triplicó su población y generó trabajo y crecimiento. La estación General    Alvear tenía más de 200 empleados, padres de familia que se asentaron            con su prole en el barrio ferroviario o en sus alrededores. Al cerrarse el ferrocarril, el crecimiento poblacional y el desarrollo de General Alvear    decreció durante años a niveles alarmantes.

Unos pocos números alcanzan para entender la presencia de los trenes.          En 1897 cuando llega el ferrocarril, General Alvear tenía 4.091 habitantes            y en 1937, la población de Alvear se había duplicado a 9.785 personas. Sin embargo en 2015, ya con el cierre de ramales, la población apenas          superaba los 10.000 habitantes, números que son un verdadero ejemplo            de la trascendencia del ferrocarril en la historia del pueblo.

LOS VESTIGIOS FERROVIARIOS

Si bien son muchos los lugares de referencia histórica comienza el          recorrido con las señales que se elevan aún sobre sus torres avisando el cambio de vía o señalando la vía libre cruzando los pasaniveles sobre la        ruta 61 o el cruce hacia el barrio de “atrás de las vías”, el Barrio            Ferroviario, con sus 14 casas inglesas alineadas, y los cuatro galpones de chapas donde se guardaban las bolsas de cereales o los sacos de lanas            de la esquila.

Justo en el cruce, a la derecha, aún se mezclan los ruidos del gran taller,            el Galpón de Máquinas que ya no está, con las salas del personal y de herramientas o la oficina del Jefe. Justo en la esquina, el Mástil que supo    elevar la Bandera argentina con fervor patriótico y esperanzas renovadas            y cruzando la vía, la torre de agua y sus bombas que traían el agua desde          el Canal Piñero, actividad que supo estar a cargo de don Pedro Bianco.  Muchas cosas quedan como las sordinas para bajar el ruido de las    locomotoras que se contradicen con los chapones que silbaban para            avisar al maquinista dormido de que ya llegaba un pasonivel.

Los recuerdos de los ferroviarios nos cuentan historias increíbles y casi inimaginables como la existencia del “Hilo Mitre” para usar en caso de catástrofes o urgencias, los grandes tableros del telégrafo, la seriedad y              a la vez la alegría de los guardas, los catangos y changarines, la        suntuosidad de los coches vivienda, la simpleza de las zorras y vagones          del guarda o las historias sobre los secretos de los maquinistas para        entender las viejas locomotoras a vapor.

Entre vagones de pasajeros o las tolvas para cereales, sal o cemento que quedaron en la segunda vía se alza imperturbable el galpón de material        sobre elevado de carga y descarga y los tubos para el escape del vapor            de las locomotoras. Dos casillas de chapas resisten al paso del tiempo:          una a un lado de la bandeja giratoria, entre pilotes, como queriendo          escapar de los vapores de las grandes locomotoras, pero como atalaya          para mirar a lo lejos y la otra, detrás del parquecito, más joven que todo              el resto, casilla donde el viejo Olea dejaba las herramientas del          guardahilos.

ESTACIÓN GENERAL ALVEAR

Si seguimos por los Senderos del Ferroviario, siempre lo que más          sobresale y alimenta las nostalgias de la gente es la ESTACIÓN y General Alvear, no escapa a esta realidad. Entre los vagones abandonados y emprendimientos privados, aparece el edificio principal de la estación            con su bonito alero mirando al oeste con pisos de piedras azules eternas,       con sus diferentes dependencias tan añoradas. La boletería con sus        muebles de recia madera y el hueco de la Virgen que acompaña al viajero,        sus oficinas de fuertes puertas con manijas de bronce y los pisos de        madera. Más allá, la sala de “Encomiendas”, los baños, la “Sala de        Señoras”, la sala de espera y la casa del Jefe de la Estación.

El bebedero está quizás porque no se puede arrancar pero no así los          letreros ni las salivaderas y al fondo se ve aún un banco largo de madera      verde que alcanzaba para sentar a la familia entera. Faltan los pizarrones            y la balanza pero imperturbables continúan las palancas de señales, justo          a la entrada como queriendo mirar la bandera celeste y blanca que ondea          en el mástil, testigo de juegos y recuerdos de viajes en tren.

LOS SENDEROS FERROVIARIOS CUENTAN HISTORIAS

Esa relación entre las experiencias vividas y los vestigios conforman un imaginario “Sendero Ferroviario” que se puede concretar tal como lo han hecho en otras localidades, con Carteles de Difusión Histórico Cultural          para los casos que ya no existan las edificaciones originales, o con descripciones sobre su utilidad contada por los ferroviarios alvearenses transformando el lugar en un paseo temático lleno de nostalgias para los        más viejos y ejemplos de trabajo para las generaciones de ahora y del      mañana.

No es caro concretar los senderos y tampoco fácil; debe hacerse un          trabajo serio estableciendo la relación entre de esa historia tangible de              lo que permanece en el predio y las historias aún recuperables que están          en la memoria de los ancianos y en los libros, recuerdos que son el      patrimonio intangible que más se debe cuidar, pero con el convencimiento        de que nada es imposible, se puede lograr.

EL SENTIMIENTO FERROVIARIO

Los vestigios siguen… los carteles que señalan a Alvear, la casilla     guardahilos, más señales y cambios de vías, la vía que va hasta los          corrales y la manga para cargar los animales, y al final, frente a la              cancha de Colorado, la casita destinada a la Cuadrilla de Vía y Obras                que en los últimos tiempos también se usó de vivienda familiar.

Los vestigios reflejan la cultura ferroviaria única que trasciende lo físico              y se transforma en el ser y sentir ferroviario. Muchos pueden haber sido pasajeros y extrañar esos viajes en tren inolvidables pero el sentimiento ferroviario es otra cosa. Es algo que quizás lo transmitieron las empresas ferroviarias inglesas y que lo supieron dejar a sus trabajadores y al          pasajero o quizás, sólo fue el ruido del tren o la potencia de las          locomotoras, o el frío del hierro o la calidez del vapor, el frío en los            vagones en invierno o el traqueteo que se repite en nuestros sueños.             Pero de todas formas, serán sueños y sentires ferroviarios presentes en SENDEROS DE VIDA que estarán gravados para siempre en la historia alvearense.

NOTA: El proyecto “Senderos Ferroviarios” completo forma parte del        Trabajo Final de la Diplomatura en Museos realizada en la UAI  en 2016 presentada ante la Municipalidad de General Alvear y los Directores Municipales en varias oportunidades, así como también ante el Honorable Concejo Deliberante local en 2018 y en 2020. Lis Solé. Septiembre de 2020.

 

[i] Carta de Venecia.

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