30/5/15

Quiero un Alvear bonito. (Por Lis Solé)
Quiero un Alvear bonito, tan lindo como la sonrisa de mamá cuando vio esa foto: “-¡Éste es el Alvear que yo conocí! Las calles de tierra, la plaza, la Municipalidad… Así lo recuerdo yo”, dijo. Así era, un hermoso pueblo. Mi mamá, Doris Yaconis, llegó con sus padres y hermano Jorge a Alvear en 1946. El abuelo “Yaco” vino a hacerse cargo de la Usina Eléctrica junto a su esposa Margarita Alomar. Venían de French, partido de Nueve de Julio. Llegaron en un camión, “cruzando campos y abriendo tranqueras”, en un camión cargado de muebles. En esos años, no había líneas de alta tensión y la energía eléctrica se generaba con grandes motores en cada pueblo. Pero otro día hablaré de la Usina, sus máquinas y empleados: Baigorria, Cuezo, Granieri, Flaherty…

General Alvear en 1946… Pueblo rural con calles de tierra fangosa que se transformaba en grandes barriales con zanjones donde no pasaba nadie. Con todavía en pie los edificios que le daban su identidad pueblerina: los hoteles, las casas de Ramos Generales, los boliches, las sociedades española e italiana, las grandes tiendas, los movimientos pro formación de la Cooperativa “Fortín Esperanza” que se iniciara en 1947… Con gente que quería progresar y ver al pueblo hermoso y pujante.

La foto que observamos es de la Plaza Principal de General Alvear mirando hacia el este y seguramente en un Fecha Patria, en invierno, podría ser el 9 de Julio a juzgar por los árboles podados y sin hojas. Sobre la Plaza, todos los hombres de sombrero, las mujeres de trajecitos de saco y pollera angosta abajo de la rodilla, los chicos con trajes de pantalones cortos y gorra. Hay un jinete muy desdibujado pasando debajo de la sortija y un paisano a la izquierda del Arco con cara divertida… No se distingue bien: ¿Será don Mauricio Jaurena, el entonces vicepresidente del Concejo Deliberante? Durante años, con pilchas gauchas tranquilo y elegante, se encargó de acomodar la sortija en un caballo tordillo muy manso prolijamente emprendado.

Cuando ví la foto de esta gran Fiesta Pública, pensé que era del día en que el Gobernador de la Provincia había visitado el Pueblo pero no es así porque llegó el día 21 de noviembre de 1949 y los árboles deberían tener hojas. Hay una Sesión del Concejo Deliberante de octubre de 1949, donde los Concejales solicitan sacar fondos de otros ítems “por no haber alcanzado los fondos que en él existían (Fiestas Patrias) para cubrir los gastos ocasionados por el agasajo tributado al Excelentísimo Señor Gobernador de la Provincia de Buenos Aires don Domingo A. Mercante con motivo de su visita a esta localidad” (Archivo HCD, Gral. Alvear). ¿Qué había pasado? ¡No les había alcanzado la plata para pagarlos!

Siguiendo con atención a los árboles de la Plaza, se observa que hay una doble hilera de Plátanos. La fila de plátanos que daba a la calle fueron vendidos por licitación por la Municipalidad cuando se terminaron las veredas (Acta del Concejo Deliberante del 27 de agosto de 1949). En total se sacaron “sesenta y seis plantas…[…] que serán distribuidas en distintos lugares del pueblo para contribuir a su belleza” (Archivo HCD de Gral. Alvear). En la calle Alsina (hoy Irigoyen) todavía de tierra, se observa el arco que se usaba en las carreras de Sortijas y al fondo, la Iglesia católica aún sin la torre. En la esquina, la Casa de Negocios de Olaso, (Irigoyen y Sarmiento actual), propiedad del Marqués de Olaso desde 1856. Recordemos que las calles que rodeaban la Plaza Principal se denominaban San Martín, Sarmiento, Necochea (actual Perón) y Alsina (actual H. Irigoyen).

Los años ’40 fueron de grandes cambios de imagen del pueblo. Con fecha 21 de enero de 1944 y del 19 de octubre de 1945, los Comisionados Juan Carlos Giribone y don Edmundo Corti habían firmado un Decreto para asfaltar algunas calles del pueblo. Se retoman los proyectos el 10 de agosto de 1946 y se ratifican en 1948. El 28 de septiembre de 1949, por Ordenanza N° 45, se pagan las dos primeras cuotas del pavimento. Mi papá, Rodolfo Solé, cuenta que “en el ’50, había una pocas cuadras asfaltadas. Estaba la Mitre desde la Estación hasta la avenida San Martín y de allí a la Municipalidad. Y algunas cuadras de la avenida Sarmiento…”. En el año ’49 él deja de ir a la Escuela N°1, y todavía no había asfalto en la calle H. Irigoyen.

En 1950, por Ordenanzas Municipales N° 53 y 64, se decide terminar con las veredas de la Plaza Principal y la Ordenanza N° 55 dictamina que se numeren los edificios de las calles principales. Cabe bien destacar que muchas de estas obras que mejoraron la imagen del pueblo fueron inauguradas en 1950, pero gestionadas en los años anteriores durante el gobierno del señor Juan Carlos Giribone. Eso me encanta: cambiaron los gobiernos, los partidos políticos, y sin embargo los gobernantes siguientes pudieron completar los proyectos iniciados y hacerlos realidad pensando en el bien del pueblo, pero señalando en cada Acta leída, las acciones y logros anteriores.

Ese año, el Concejo Deliberante estaba presidido por don Pedro Estrebou, Secretario el Sr. Ricardo San Martín y el Intendente, don José D. Lescano quienes pudieron concretar las obras tan ansiosamente esperadas. Integraban también el Concejo don Mauricio Jaurena, Raúl Ruiz, Robustiano Laborde, Patricio Areán, Luis Mantovani, Roberto M. Martínez, Bartolo Chiappe y Juan F. Wallace.

Durante esa misma gestión, el 5 de marzo de 1950, se inaugura el monumento del centro de la Plaza Principal a la memoria del Gral. Carlos María de Alvear y el Busto del Presidente de la Nación, Don Hipólito Irigoyen construido por Mario Rubén Chierico en granito labrado verde y ubicado en San Martín e Hipólito Irigoyen con un costo de $4.500 m/n. El año 1950 fue el año del Libertador General San Martín, así que como homenaje al Centenario de su fallecimiento, se colocó una placa de bronce en bajorrelieve con la efigie del Libertador en la pared del Palacio Municipal que da a la avenida que lleva su nombre.

¡Qué tiempos aquellos! Fueron grandes momentos de cambio, esperanza y fe en el crecimiento no sólo de nuestra ciudad, sino de todo el pueblo argentino. Fue el tiempo bonito del pensar que se puede estar mejor; el tiempo que llegó mi mamá Doris desde French con menos de diez años, y se quedó para siempre en este Pueblo de General Alvear.

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