11/9/15

11 de Setiembre - Día del Maestro.


El 11 de septiembre de 1888 moría en Asunción del Paraguay Domingo Faustino Sarmiento. Desde hace más de 100 años, esa fecha se conmemora como el Día del Maestro. Su figura es controvertida, y ha sido deformada, como la de todos los “próceres”, por defensores y detractores. Pero lo que es un hecho es que su proyecto educativo, de una escuela pública y gratuita para toda la población sigue siendo una realidad.
Tanto los defensores como los detractores de Sarmiento aceptan que la educación fue su obsesión. También es verdad que Sarmiento no era, en ningún caso, un “líder popular”. “No ahorrar sangre de gauchos”, recomendó alguna vez. Pero su mérito consiste en haber insistido lúcidamente, en el contexto de su época, en que para hacer de la Argentina un gran país capitalista independiente y avanzado era imprescindible generalizar la educación y elevar el nivel cultural popular.
Sarmiento como político apostó al sector social más poderoso de entonces: la burguesía comercial porteña y los estancieros bonaerenses. Así, desde 1852 hasta 1862, será su aliado. Incluso serán estos sectores los que lo llevarán a la presidencia en 1868. Pero pronto comprenderá, desencantado, que con esos sectores se podía hacer “cualquier cosa, menos una gran nación independiente según el modelo yanqui”. ¿Porqué se desencanta Sarmiento? La oligarquía terrateniente le bloquea su proyecto de colonización de la tierra, que hubiera permitido el acceso a la tierra de miles de pequeños productores y la creación de un vasto mercado interno, como sucedió en Estados Unidos al final de la guerra civil. Con su visión de una clase capitalista moderna, que introdujera mejoras, tecnologías. “Alambren, brutos!” llega a exhortarlos. Sin embargo todos sus planes fracasan, porque le faltó al país, en ese tiempo, una clase dirigente capaz de construir una gran nación en base a los elementos aportados por el capitalismo. En cambio, había una clase oligárquica, parasitaria –“lo único que saben hacer es sentarse a ver parir sus vacas”, la describirá en alguna oportunidad- apropiadora de la tierra, siempre lista para los grandes negociados financieros con el extranjero. Sarmiento, unos pocos años antes de morir, criticará el endeudamiento externo creciente y la entrega al capital extranjero que llevará posteriormente a la crisis de 1890.
Los límites y contradicciones de Sarmiento son innegables. Pero también es innegable la amplitud de su visión de una Argentina poblada con personas de un alto nivel educativo y cultural. Durante su presidencia Sarmiento pudo fundar muy pocas escuelas. No consiguió que le votaran los fondos necesarios. Luego, en 1884, durante el gobierno de Roca, se promulgó la Ley 1420, inspirada en los principios sarmientinos, que establecía en nuestro país la educación pública, laica, obligatoria y gratuita. Apenas diez años después, el analfabetismo se había reducido en nuestro país en un 50%. Con la educación pública y gratuita se logró que durante gran parte del siglo XX la Argentina estuviese entre los primeros lugares de América Latina en cuanto a alfabetización y nivel de su educación media y universitaria.
¿Qué quedó del proyecto de Sarmiento y la ley 1420?
Pasaron más de 100 años. En los gobiernos defactos y en la década del 90 los gobernantes se han encargado sistemáticamente de destruir la educación pública. El circuito que comienza con los pases de escuelas a provincias y municipios durante la Dictadura de Videla en 1978, sigue con la asfixia presupuestaria y el retraso salarial durante todo el alfonsinismo , que dio lugar a respuestas heroicas por parte de los docentes, como el “Maestrazo” de 1988, y culminó con las nefastas leyes Federal de Educación y Ley de Educación Superior del menemismo, en línea absoluta con la privatización y la destrucción que recomendaban los organismos financieros internacionales, como el Banco Mundial, línea neoliberal que siguió destruyendo el sistema educativo durante el gobierno de la alianza comandado por el radical De la Rua.
La ley de “Financiamiento Educativo” del gobierno de Kirchner fue un resurgimiento para la educación pública y ahora, nuestra presidenta Cristina Fernández con sus funcionarios han aportado fuertemente a la igualdad de oportunidades en la escuela pública, entregando neetbook a todos los estudiantes, aulas tecnológicas móviles, laboratorios, un proyecto de acceso popular a la tecnología y educación como Tecnópolis, planes de renovación de infraestructura y muchísimas nuevas escuelas.
Sigamos luchando por más educación pública. Hoy más que nunca, ¡Feliz día del Maestro!
La Campora G. Alvear

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