23/5/17

Relojero de corazón: Emilio Llanas. – 

Por Lis Solé



“El oficio de relojero no se aprende, se trae en la sangre, en el corazón, y después de traerlo en la sangre, hay que hacer práctica un infinito número de años para dominar perfectamente los mecanismos, ya que de otro modo se puede echar a perder en vez de componerlos”. Así lo define Roberto Arlt al relojero, así era don Emilio Llanas.
Casi un “bicho raro” que podía componer cualquier cosa, relojes a cuerda de pulsera, despertadores o relojes de pared, todo lo componía. Compartíamos, mamá, don Llanas y yo, el amor por los relojes. En mi casa hay muchos, algunos heredados, otros comprados: un cucú alemán de tres cadenas, un reloj de péndulo a cuerda de los abuelos Fortain, un gong cuadrado de la usina vieja, un reloj cucú alemán verde de mi abuelo Yaconis. Todos funcionan y sus gongs y melodías resuenan en mi casa gracias al trabajo y dedicación de Emilio Llanas.
Como buen relojero, su oficio era filosofía pura. Llevaba personalmente a mi casa el reloj arreglado y lo instalaba…Estaba un rato largo escuchando, con paciencia, el tictac, moviendo las cajas de madera suavemente hasta que daba con la posición justa para que el péndulo no parara. “-Tenés que tener paciencia Lis, y escuchar bien, esto no es para apurados… No se puede llevar todo por delante”. Así era él, con palabras de vida, silencioso, con su siempre sonrisa y modales lentos.
Además del amor y fascinación por los relojes, compartíamos el haber vivido en el campo, en la Colonia “Fortín Esperanza”, en nuestra querida Escuela N°8. LichaRestagno recuerda a los Llanas que venían cortando campo a caballo para llegar a la escuela, toda una vida de sacrificio, trabajo y dedicación. Vecino durante años después frente al Colegio Carmen A.Micheo, siempre dejó en el alma su sonrisa y palabras, siempre pendiente de su esposa Rosa y su familia.
Su relojería llena de decenas de tic-tacs, muchos relojes en la vitrina, relojes en las paredes arriba, a los lados… Le sobraba la paciencia, perseverancia y tozudez: “-No lo arreglé, pero ya va a andar”.
Trabajo casi misterioso, como de manejar el tiempo, un oficio mágico que supo llevar     con la entereza de un gran hombre.

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