21/12/17

SALIR DE SERENATAS en Nochebuena.

Por Lis Solé
¡Cómo han cambiado los tiempos! En los pueblos como General Alvear        había costumbres tan bonitas, románticas y hasta tiernas como el “salir            de serenata” en Nochebuena.
Las serenatas eran por las noches hasta bien entrada la mañana,        generalmente cuando los jóvenes y no tan jóvenes después de brindar            con la familia, totalmente frescos y sin ganas de molestar a nadie, salían             a patear la calle a puro coraje, cantando al azar en cualquier casa,            pegados a las ventanas.
OSVALDO TENAGLIA recuerda con una sonrisa a los MELLIZOS RÍOS,            uno de los PONCE, JOSÉ TROPPIANO que salían después de la          medianoche con la guitarra a dar serenata sin importar la entonación ni            la voz sino solo y nada menos que las buenas intenciones. Algunos lo        hacían para salir nomas,, otros para quedar bien con alguna chica o simplemente para divertirse. Uno de los mellizos Ríos cantaba el vals        “Olga”: “No cantes hermano no cantes, no cantes que Olga no duerme/            los lobos aúllan de hambre porque está todo cubierto de nieve…”                Quizás José Ríos se refería a ese frío que entra en los corazones cuando        falta el amor y se pierden las esperanzas.
JUANO SOSA tararea una canción recordando que “salían caminando        nomás, como a las dos de la mañana y con el sol alto, seguían cantando.        Una vez, ya como a las 7, pasaron por delante de lo de MARIO SIMONETTI        que se levantó y les dijo: “Y bueno muchachos, ya que me levanté,            sigamos de guitarreada”, y continuaron cantando hasta las 9 de la              mañana con el sol pegándoles en la cara.
La idea de la serenata es sorprender… Decían que cuando eran              serenatas de amor, la homenajeada encendía una luz después de la            primera canción y lo ideal, era que saliera a agradecer la deferencia en                la tercera o cuarta canción, aunque algunas veces más de uno se          desgañotó gritando para no recibir ni siquiera un saludito.
Las anécdotas iluminan los ojos de muchos…JUAN CARLOS OLEA            cuenta que una vez, pasaron por lo del GRINGO DIGIÁCOMO y              empezaron a cantar con ANTONIO NEUVILLE “El poeta lloró”…                          “El poeta lloró cuando nadie vio lo que él sentía/ quiso exaltar la belleza            de la flor/ más cuando vio que la gente la belleza olvidaba, el poeta lloró…    Quiso cantar a lo bello que el buen Dios daba/ pero cuando vio que la          gente la Pureza olvidaba, el poeta lloró/… En un mundo de orgullo, donde        todo es rencor, el poeta lloró…” Cuando terminó la canción se quedaron quietos esperando para ver qué pasaba porque el italiano tenía fama de        tener “pocas pulgas”, pero la ventana se abrió y don Antonio los saludó          muy amable dándoles las gracias.
No se puede precisar cuándo se empezaron a escuchar serenatas en        General Alvear, pero eran muchos los que lo hacían. JUANO SOSA          recuerda que se cruzaban por la calle con otros grupos y entonces,      arrancaban para otro lado.
La gente, generalmente abría las ventanas y les regalaban pan dulce,            tortas o botellas de sidra que iban juntando o dejando en algunos              lugares, botellas que después, nunca volvieron a buscar.
“Esta es mi última serenata, con ella quiero expresarte lo que siento,              pero no llores tampoco prendas la luz no hace falta…. Que sea un lindo        sueño, no despiertes de él, yo siempre fui tu dueño sin firmas ni papel”,          era una de las canciones más románticas que entona Juan Carlos con      emoción.
Con algún amigo “que hacía pata” y sabía tocar algo”, o simplemente              con una guitarra a la que no se sabía tocar y algunas cuantos        “instrumentos” para hacer ruido se salía a esperar que fueran              escuchados y no insultados por alguna madre nerviosa, aunque los            riesgos no eran medidos por el entusiasmo en la mayoría de las veces.
Más organizados, y para no caminar tanto, algunos salían en un Jeep              con caja o una camioneta, siendo los más evolucionados Los Poders              que cargaron hasta los amplificadores a batería sobre una camioneta,              con micrófonos y recorrieron el Barrio Obrero y el de la Estación.
Cualquier canción servía para decir algo porque “por esta calle a lo largo llorando estoy… disculpen lo mal cantado, más bien me voy”, y se seguía cantando si no había respuesta en otra casa esperando que una cara adormilada se asomara en la próxima ventana.
Muchos recuerdan al “CHOLO” TREZZA salir con el bandoneón y algún          otro que lo acompañaba con la guitarra. O a los ORCHIANI con el            acordeón a piano… Serenatas de amor, de romanticismo, de buena            gente… CARLITOS MERINO, el Fula Severino, los ORCHIANI, el gordo RECOFSKY y tantos otros que hicieron tradicional el “dar serenatas”.
Tantas Noches de Paz, noches de buenas costumbres familiares donde                a nadie le daba miedo abrir la ventana para decir Muchas Gracias.
GUILLERMO SOSA cantaba “La vieja serenata”: “Muchachos esta noche saldremos por los barrios/ a revivir las horas de un tiempo que pasó/ será        una pincelada de viejas tradiciones que al son de la guitarra dirán que no murió…”.
Nochebuena, noche de paz y el vals que repite: “Muchachos esta noche saldremos por los barrios y verán que no murió la vieja serenata que            nadie, nadie, olvida”. La vieja y siempre necesaria, Serenata de Navidad.
Nota: Agradezco a todos los serenateros que aportaron sus anécdotas:  a Osvaldo Tenaglia, Juan Carlos Olea, Carlitos Merino y Juan Sosa.

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