4/12/18

“Nunca pude elegir a una por sobre la otra. Todas eran una y una eran todas. Por separado son grandes, pero juntas son imparables”

Camila Balda, Gilda Cartellucci, Mercedes Fortain, Aylen Artola, Fiorella y Victoria Severino dejan de jugar al Básquet en        Comercio.
Angie Artola describe increíblemente lo que nos hicieron sentir mientras jugaban y pide 40 minutos más
Desde Alvearya nos sumamos al pedido: Queremos uno más, sumémonos para organizar un partido en agradecimiento por          todas las alegrías que nos dieron
#Unomasynojodemosmas
 
En mi búsqueda permanente de información, me detuve a leer lo que          escribió Angie Artola a 6 increíbles jugadoras de Básquet que      lamentablemente dejan de jugar en Comercio por la edad y comienzo                de sus estudios. Créanme que me emocionaron hasta las lágrimas. Es               que cuenta tan claramente lo que nos han hecho vivir en cada partido,              en cada final, en cada entrenamiento, que por un instante las volví a ver        jugar. Angie, ex Jugadora y estudiante de Periodismo Deportivo cuenta            sus sensaciones tras el último partido de “Las Churritas”, de estas 6 gladiadoras. Y claro, lo hace como nadie podría hacerlo mejor:
“Las lágrimas que me producen estas seis chicas dejaron de ser exclusivamente por festejos de campeonatos hace mucho tiempo, ya              que de ese estilo fluyen sin más, por loca costumbre. Este grupo produjo emociones que se desprendieron por completo de ese pequeño círculo              del que forma parte un equipo.
Cada triunfo nos llenó el corazón de alegría a los amantes del basquet.      Fuimos espectadores de un increíble juego colectivo basado en garra,              que dejaba de lado los detalles de la técnica y la importancia individual.      Cómo explicarles que tenían ese “no se qué” que enamora. En verdad,              las causas me resultan muy claras: al final del partido las camisetas            estaban empapadas de sudor, los rostros a rojo vivo y las cabelleras                  tan despeinadas que parecían haberse enfrentado a un león.
Nunca pude elegir a una por sobre la otra. Todas eran una y una eran           todas. Por separado son grandes, pero juntas son imparables. Y no                  sólo se unían entre ellas, sino que también nos hicieron sentir la                  alegría ajena como propia.
Tan poco egoístas las pibas que de sus victorias formaron parte               distintos entrenadores, cada uno de los padres, toda la gente de              Comercio y el pueblo entero.
Con todos nosotros a sus espaldas se apoderaron reiteradas veces de                la región, de la provincia y simbólicamente del país. Hicieron repetir de            boca en boca el nombre de ese pequeño lugar llamado Alvear, que está        cerca de Azul o Saladillo, el que tiene la cárcel de máxima seguridad y              es el centro geográfico de Buenos Aires. Rompieron todas las fronteras.
Recuerdo un entrenamiento en el que dos chocaron en el aire por atrapar          una pelota que volaba perdida y terminaron tendidas en el suelo, inmediatamente lo miré a Berna y le dije sorprendida “están locas, se                van a matar”, a lo que me respondió con su tan frecuente frase: “Se              juega como se entrena”.
Hoy aseguro que él también pensaba como yo, sólo que ustedes lo            hacían sentir diferente… le plasmaban el verdadero potencial a esa      afirmación.
En estos doce años he quedado boquiabierta por ver a Mercedes correr                y saltar de un lado al otro creyéndose una atleta, grité hasta quedarme            sin voz los triples de Aylen, aplaudí a las mellis por sus jugadas              cómplices poseedoras de una fuerza que no necesitaba previo aviso, vi a Camila crecer enormemente y jugar como ni ella imaginaba y me reí i          rónica por la manera en que Gilda anotaba esos tiros de media distancia            de forma tan poco demostrativa, haciéndolos como si simplemente así      debiera.
Obvio que cada uno de los partidos transcurría con todas esas locas desquiciada que gritaban desde la tribuna cosas sin sentido de las que          tanto nos reíamos al finalizar.
¿Cómo les explico que hasta sus derrotas tenían un sabor especial?              Tengo en mi memoria muchas imágenes de alguna levantando a la otra                del piso mientras lloraba desconsolada, o dándole un abrazo enorme              que curaba todas las penas, aunque no fuese de manera instantánea.      ¿Cuántos hubiésemos querido un compañero que en vez de echarte la          culpa te diga al oído “ya está, la próxima será”?
Gracias por enseñarnos lo esencial del deporte, por haber tenido la          capacidad de crear una familia tan grande a su alrededor. Son                GIGANTES pequeñas.
Sólo me queda un pedido por hacerles… concédanme cuarenta minutos          más”.
Angie Artola
Me sumó al pedido de Angie: Queremos 40 minutos más, Invitamos al                 Cub Unión Empleados de Comercio a organizar un partido en       agradecimiento, en homenaje a estas “Gladiadoras”

No hay comentarios:

Publicar un comentario