En la estación de trenes de Newton, un paraje de campo bonaerense en el      que viven unas pocas familias, hay guardadas algunas cartas sin abrir. Allí quedaron tras el cierre del ramal Altamirano-Las Flores del ferrocarril        General Roca.

Primero las conservó el jefe de estación que luego de ser desafectado    continuó limpiando el lugar y manteniendo las señales ferroviarias cada           día. Cuando él murió, los vecinos de Newton tomaron esas dos responsabilidades: la de cuidar la parada y la de guardar la          correspondencia a la espera de la llegada del tren.

Esa historia la cuenta Alfredo Valia. Él es integrante de Rieles del                Salado, una asociación sin fines de lucro que se encarga de poner en            valor el ramal que cruza el llano de cuatro distritos de la provincia de        Buenos Aires: Brandsen, General Paz, General Belgrano y Las Flores.

Valia se desempeñó en los 90´ en el Galpón de Locomotoras de                Remedios de Escalada, en Lanús, hasta que se inició el proceso de privatización ferroviaria. Como electromecánico, su especialidad eran                las locomotoras de General Motors. “El que trabajó en el ferrocarril              nunca deja de ser ferroviario”, dice.

Resistencia ferroviaria: mantener las vías y soñar con la vuelta del tren
Newton, la estación de las cartas que esperan.

Un sueño colectivo

Ya hace varios años que Valia vive en General Belgrano y se dedica a            cuidar y limpiar partes de las vías en desuso que pasan por el territorio              de ese partido. Fabricó su propia zorra para acceder a las zonas rurales            del recorrido y trasladar sus herramientas. Trabajó en una resistencia              casi solitaria.

En el último tiempo, a través del boca a boca y de publicaciones de        Facebook conoció a vecinos de otros pueblos de la zona y a tres              actuales conductores de la Línea Roca interesados en la misma causa.            Así comenzó a gestarse Rieles del Salado, una organización que se        consolidó en medio de la pandemia de coronavirus. Hoy la vuelta del                tren Altamirano-Las Flores es un sueño colectivo.

“Somos un grupo de aficionados y trabajadores del ferrocarril. Nos             unimos para rescatar el patrimonio del ramal. Estamos trabajando para elaborar un proyecto serio y presentarlo a las autoridades nacionales y provinciales para ver si se puede volver a poner un trencito”, le explica                a DIB Eduardo Canga, un chofer ferroviario de Lanús que integra la organización.

Y cuenta: “La vía está totalmente tapada por vegetación y tierra. Nuestra        tarea principal en estos días es limpiarla y dejarla operativa, demostrar            que se puede recuperar el ramal”.

Además de la zorra de Valia se suma como herramienta otra que     paralelamente hizo Alberto Capenti, el referente del grupo en Las Flores.          En esa ciudad también empuja por la vuelta del tren y colabora con las          tareas el piloto de cuatriciclos y campeón de Dakar, Alejandro Patronelli.

Resistencia ferroviaria: mantener las vías y soñar con la vuelta del tren
Alejandro Patronelli, campeón de Dakar, integra el equipo de Rieles del Salado.

Los integrantes de Rieles del Salado ya se reunieron con las autoridades municipales de General Paz, General Belgrano y Las Flores. Los          intendentes les ofrecieron maquinaria y se mostraron interesados en        impulsar un servicio de trenes social para unira las localidades de esos partidos.

Desde la asociación, que también cuenta con el apoyo del gremio del          sector La Fraternidad, le explicaron a DIB que la reactivación de esas vías          es estratégica para la región porque comunica a varias ciudades y pueblos        que no cuentan con un servicio de transporte fuerte, y porque también        podría servir como ruta para cargas de cereales.

El abandono

Entre fines de 1992 y principios de 1993 dejaron de circular por las vías de Altamirano-Las Flores trenes de pasajeros. Por un tiempo, el recorrido se mantuvo para formaciones de cargas. “Es un ramal estratégico porque            une el que va a Mar del Plata y el que va a Olavarría”, señala Canga. Y        detalla: “En los noventa se lo concesionó a Ferrosur. Lo utilizó unos            años y luego lo mantuvo como una vía alternativa para casos de       emergencia”.

Además de sus terminales extremas, el recorrido cuenta con las          estaciones Alegre, Ranchos, Villanueva, General Belgrano, Chas,                Newton y Rosas. La última vez que una formación transitó por esas vías            fue en el año 2005.

Canga sostiene que “desde hace más de ocho años” el ramal “no tiene      ningún tipo mantenimiento”, pero destaca que la vía está completa y que            la mayoría de las estaciones se encuentran en buen estado porque fueron destinadas a otros fines.

“Hay un caso puntual con la estación Alegre que es de madera y está muy deteriorada”, explica el conductor. Y adelanta que en los próximos días comenzarán allí con tareas de reparación.

Resistencia ferroviaria: mantener las vías y soñar con la vuelta del tren
Fabricó su propia zorra para recorrer las vías.

Un reclamo que se replica

El reclamo de Rieles del Salado no es el único. A principios de este año,          por ejemplo, los vecinos de Bolívar organizaron una mateada para pedir            por la vuelta del servicio Plaza Constitución-Daireaux. Justamente, días        atrás el Estado le quitó a Ferrosur la concesión del tramo Empalme Lobos-Bolívar.

Canga cuenta que “hay vecinos y gente aficionada” de distintas ciudades      “que se están organizando”. “No con trabajo en vías, pero sí juntando            firmas y llamando la atención”, explica. Asimismo, considera que es “una buena época” para afianzar estos pedidos

Valia, por su parte, recuerda que el cierre de ramales “mató pueblos” y relaciona la resistencia de los ferroviarios con la historia del ferrocarril.              “A pesar de haber sido un elemento de dominación de Inglaterra hacia            sus colonias económicas generó conciencia social porque nacieron las      sociedades de fomento, los clubes. Esa dinámica de contradicción es lo          que hace que el ferrocarril sea la madera de los durmientes, los fierros                 de los rieles, los vagones, la locomotora, y la carne y la sangre del   ferroviario”.

“El ferroviario es ferrocarril”, dice. Y se ilusiona con que un día el tren        llegue Newton y, de una vez, se lleve las cartas. (DIB) MT