9/12/20

 Gauchos Alvearenses según René Burri

Por Lis Solé

Realmente un lujo: un fotógrafo excelente, los libros en ediciones         impecables y las fotografías de los paisanos de General Alvear.

 

Cursaba el año 1958 cuando llega a General Alvear y ya nadie sabe por            qué, un fotógrafo de reconocimiento internacional, RENÉ BURRI, que con          la intención de plasmar la vida del gaucho recorrió alguna estancia        entrerriana y gratamente, la estancia “El Chiripá” de Mathet.

Es así que “sin afeites y con una mirada casi lírica”, Burri legó imágenes invalorables sobre nuestros paisanos alvearenses vestidos con sus              ropas características, con sombrero y rastra arreando ganado,              revoleando el lazo, marcando potros, maneando novillos o en los        descansos, fumando pensativos o tomando mate en ronda de amigos          cerca del fuego.

 

EL GAUCHO SEGÚN LOS POETAS

En realidad son dos libros que se llaman “El Gaucho” y “Gauchos”. En              el prefacio José Luis Borges y Juan José Guiraldes dicen que el gaucho es “una especie muy difícil de definir”. Borges dice que la “descripción étnicamente es superflua” y lo define como “el hijo casual de olvidados conquistadores y colonos, a veces negro o indio, a veces es blanco” que “aprendió el arte del desierto y de sus rigores”, enemigo        del “malón que acechaba tras el horizonte azaroso, la sed, las fieras, la     sequía, los campos incendiados o las inundaciones sin importar nunca            su sangre o color de piel porque ser gaucho era su destino”.

Y es cierto: más que por elección, ser gaucho fue un destino. Ignorados          por ser pobres fueron sin embargo, la base en las campañas por la            libertad, soldados de los ejércitos argentinos y víctima y parte de los              años de la anarquía nacional.

No fue un “buscador de tierras vírgenes” con minas de oro como los      cowboys de los Estados Unidos pero las guerras los llevaron muy lejos                y con fiereza dio su vida por defender la bandera o seguir fielmente un caudillo como Facundo Quiroga o Miguel de Güemes. Al gaucho le gustaba “estar de gusto” templando la guitarra, participando en payadas            y estilos, tomar mate junto al fuego o jugar al truco más para matar el        tiempo que para ganar dinero y por eso tantas veces lo tacharon de          haragán o “mal entretenido”.

El gaucho era pobre pero corajudo y en algunos casos sin intenciones                de generalizar, pendenciero y busca roña creando para esos casos la            lucha con cuchillo con el brazo envuelto en el poncho como escudo.

 

EL GAUCHO, SEÑOR DE TODO LO QUE MIRA

Sin embargo, estos ejemplos de gaucho matrero y buscador de peleas no      eran la mayoría y en general, como la estirpe gaucha no tenía caudillos, el gaucho seguía a su patrón. El viajero inglés Samuel Heig en 1817,            escribe: “  No existe ser más franco, libre e independiente que el gaucho” “sencillamente armado y montado en su buen caballo, es            señor de todo lo que mira” aunque según Heig “constituyen una raza con menos necesidades y aspiraciones que cualquiera de las que yo he encontrado”.

Con la cabeza erguida y aire resuelto pero a la vez frágil, acompañado              por los rápidos movimientos de un caballo muy bien domado, el gaucho          aún en nuestros días representa a la idea más noble de independencia.

Estanislao del Campo lo retrata como el más fiel de los amigos; Ascasubi      como buen soldado; Hernández, como el pobre y perseguido gaucho            Martín Fierro sin ley ni derechos; Leopoldo Lugones como el gran payador; Guiraldes lo celebra como ejemplo de coraje, libertad y dignidad.

Tal como dice Borges, la imagen pastoril del gaucho ha desaparecido y          ahora se habla del paisano de alma gaucha, quizás la mejor manera de nombrarlo, alma que consiguió captar René Burri con sus fotografías.

 

RENÉ BURRI A LA CAZA “DEL GAUCHO”

Parece increíble que un fotógrafo internacional y realizador          cinematográfico que retrató a famosos de todo el mundo haya llegado a General Alvear y más cuando ha recorrido el planeta retratando a grandes artistas como Le Corbusier, Picasso, Giacometti y Barragán entre tantos      otros. Hizo reportajes en las revistas más prestigiosas como Look, Stern,      Paris Match, Du, Magazin, New York Times; Geo, Fortune, LIFE y con sólo          23 años recorrió el mundo como reportero gráfico de la agencia Magnum Photos.

Burri era suizo nacido en Zúrich en 1933 y falleció en 2014. A los 30 años consigue permiso para viajar a Cuba para entrevistar al Che Guevara en              un mal momento pero a pesar de ello, consigue tomarles una fotografía        donde se observa el magnetismo del Che fumando un puro con mirada desafiante.

Según sus propias palabras René Burri “nunca se imaginó que iba a ser fotógrafo” y sin embargo, su fotografía abarcó paisajes, retrato político y       social, arquitectura, industria; cubrió eventos y conflictos armados como          los de Vietnam, Camboya, Oriente Medio, Beirut y África.

A fines de los 50, llegó a “El Chiripá” con la idea de fotografiar a los        habitantes del campo, esos "gauchos argentinos tan bien descriptos en              el libro Don Segundo Sombra” según él mismo contaba.

 

PAISANOS ALVEARENSES EN EDICIONES DE LUJO

Realmente un lujo: el fotógrafo, los libros en ediciones impecables y las fotografías de nuestros paisanos de General Alvear. Las ediciones                fueron dos y muy caras por lo que en el pueblo hay muy pocos ejemplares siendo uno de ellos propiedad de “Lito” Melo que recuerda lo mucho que            le costó comprarlo a su papá, Ignacio Melo, empleado de los Mathet y que          se ve en varias de las imágenes.

Una de las fotografías es un traslado de vacas arreadas por las      inconfundibles siluetas de los hermanos Héctor y Aníbal Pereira      acompañados por Julián (El Vasco) Irigoyen con sombrero requintados,        rastra y cuchillos cruzados en la cintura, al tranco, hacia el molino.

En otra se ven de frente cinco caballos al trote… Son José Suárez, Viterbo Arias, en el centro Rodolfo “Macho” Arrúa con boina y camisa clara, Jorge Mario Fortain (el capataz) con gran sonrisa y gorra, y Oscar Fierro con su postura característica y el sombrero negro de ala ancha.

En el momento de descanso, mientras esperaban que el asado se          terminara de hacer aparece en primer plano Viterbo Arias, puestero de              toda la vida en “El Chiripá”, pensativo con un mate en la mano y al fondo,        de frente mirando la cámara, Oscar Fierro[i], de espaldas con chambergo blando Manuel Martínez y sentado en un tronco adelante del carro, de bombacha y chambergo, don Ignacio Melo, padre de “Lito”. En otra imagen también se ven a Ángel y Manuel Ruiz (también capataz), y a Mingo Girotti vacunando vacas en la manga del Chiripá con gorra, pañuelo al cuello y          esas camperas de tela tan características de los años 60.

Una figura de doble página llama la atención con un oficio casi olvidado:            el enlazador. La destreza criolla era fundamental en la yerra, el día más importante en el campo, fiesta gaucha por excelencia que terminaba        reunidos en la matera o alrededor de un asado. Con el método tradicional          se muestra la destreza del paisano Viterbo Arias, don Viter, famoso en el manejo del lazo en plena boleada con el fin de voltear el animal y              sujetarlo de tal manera que la marcación se pueda realizar con firmeza               . Las únicas herramientas del gaucho en esa ocasión -que incluían el        descorne, la vacunación y la castración entre otras actividades-, eran un        lazo trenzado hecho con tiempos de cuero, el ojo sagaz y las manos        curtidas por el trajín de las labores rurales en la armada del lazo que              junto con el movimiento de muñeca, lograba el “swing” que determinaba            el éxito del pialado.

También en doble página se observa a José Suárez, el asador, cuñado de          don Ignacio Melo, el mago que debía tener el asado justo a tiempo para la      hora del almuerzo rodeado de todos los paisanos y en otra imagen, a          Ignacio Melo sobre el petiso “Caramelo” identificado por la característica particular del uso de los “estribos perita” y las cabezadas solas, sin bozal.

 

RENÉ BURRI Y SUS FOTOGRAFÍAS DE GAUCHOS GENUINOS

El escritor Hilario Ascasubi que falleció en 1875, describe al gaucho que          vio en épocas de la creación del pueblo Esperanza, como “sumamente        experto en el manejo del caballo y en los ejercicios de pastoreo, por lo        regular pobre, pero libre e independiente a causa de su misma pobreza y          de sus pocas necesidades; es hospitalario en su rancho, lleno de sutil inteligencia y astucia, ágil de cuerpo, corto de palabras, enérgico y          prudente en sus acciones, muy cauto para comunicarse con los extraños,      rudo pero poético y supersticioso en sus creencias y lenguajes” además de   “extraordinariamente diestro  para viajar solo por los inmensos        desiertos del país procurándose alimentos, caballos y demás con su lazo            y las bolas”.

Cuando casi en 1960 llega BURRI a General Alvear ya ese “gaucho            pastoril” no existía más, sin embargo quizás fue el momento justo para      captar su esencia a través de su lente de artista y profesional y mostrar                a los paisanos alvearenses en su más genuina expresión.

 

Bibliografía:

[i] Oscar Fierro es el padre de Santiago Fierro que trabaja en la estación            de servicio “YPF”, hermano de Coco, Carmen, Adela, Saúl…Osvaldo Fierro      que trabajaba en La Zulema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario