5/3/22

 De Las Heras a las Malvinas: “José Vázquez, el héroe mendocino del ataque al HMS Invincible”

Enviado por presidencia HCD

"Los buques de guerra británicos desplegados en el Atlántico Sur después      de la recuperación argentina de las Islas Malvinas en 1982 estaban           armados con docenas de cargas nucleares de profundidad", dice un documento. Esas armas estuvieron en los portaaviones HMS Hermes              (18) y HMS Invincible (12) y en el buque auxiliar Regent (1).

En ese ataque ocurrido el 30 de mayo de 1982 falleció el Capitán (PM) mendocino José Daniel "Pepe" Vázquez, quien se había ofrecido voluntariamente para esa misión emulando a su amigo y compañero de promoción, el 1er Teniente Ernesto Ureta.

Ambos tuvieron que seleccionar a sus numerales en la misión: Ureta            eligió al Alférez Gerardo Isaac y Vázquez al Teniente Omar Jesús Castillo.

"Aquel gesto de Ureta y de Vázquez los convirtió en el acto en hombres distintos. Tienen que haber tenido algo muy especial para presentarse          como voluntarios, porque lo nuestro era mucho más fácil: nos            designaban y listo", los elogió Isaac.

De Las Heras a las Malvinas.

Vázquez nació el 1 de Enero de 1952 en Las Heras. "Mendocino, de              origen humilde y muy devoto, tras recibirse como cabo fotógrafo de la        Fuerza Aérea (FAA), quiso ir por más y se convirtió en piloto de caza de              la IV Brigada Aérea. Sobresalía en su foja. Era el quinto de su promoción            y el 11 de marzo de 1982, a sus 30 años, había sido padre por tercera                vez", lo destaca una nota del portal Infobae.

Un artículo publicado en la cuenta oficial de la IV Brigada Aérea de          Mendoza relata los detalles del ataque a uno de los buques insignias de          Gran Bretaña en la Guerra de Malvinas.

Debido a que las naves británicas comenzaron a desaparecer de las proximidades de las islas y que resultaba sumamente complicado realizar ataques directos contra las tropas terrestres desembarcadas en la Isla    Soledad, el Comando de la Fuerza Aérea Sur y el de la Aviación

Naval resolvieron llevar a cabo un ataque combinado contra el corazón              de la flota: el Porta Aviones Liviano (PAL) “Hermes” o “Invencible”.

Semejante acción requería un análisis minucioso de la situación y la    resolución de varios problemas que se presentaban para que una hazaña          de esta magnitud pudiese ser puesta en marcha. Para cumplir la misión,            se dispuso la utilización del mejor sistema de armas y equipamiento disponibles para efectuar la proeza, confiando, a su vez, en la pericia,      habilidad y extremado valor puesto de manifiesto una y otra vez por parte         de los oficiales de la Fuerza Aérea Argentina.

Para facilitar la elección de los hombres que emprenderían tan riesgosa travesía, se solicitó que se ofreciesen voluntariamente aquellos pilotos            que estaban dispuestos a asumir tal responsabilidad. No tardaron en anunciarse como jefes de escuadrilla, el Primer Teniente José Vázquez                y el Primer Teniente Ernesto Ureta. Luego harían lo propio, como            numerales, el Primer Teniente Omar Castillo y el Alférez Gerardo Isaac.

Otro inconveniente era la lejanía en que se encontraban los buques          ingleses. Esto dificultaba la misión pues requería reabastecerse en vuelo        dos veces. Por lo tanto dos aviones reabastecedores Hércules KC-130 formarían parte esencial de la operación.

Una vez confirmada la ubicación aproximada del “Invencible” se dispuso    llevar a cabo el ataque. De este modo, siendo las 12:30 horas despegaron          de Río Grande dos aviones Super Etendard (de la Armada) equipado uno          con el último misil inteligente Exocet y otro como soporte magnético, bajo          el indicativo ALA y cuatro A-4C “Skyhawk” (de la IV Brigada Aérea)          armados cada uno con tres bombas retardadas por paracaídas (BPR) de          250 kg., bajo el indicativo ZONDA. Los KC-130 despegaron de Río Gallegos          a las 11:25 horas. El plan, que requería una serie de condiciones que      deberían cumplimentarse inexorablemente, se ejecutó a la perfección.                  Según lo acordado la ruta de vuelo se efectuó por el sur del archipiélago,            las aeronaves se reabastecieron sin inconvenientes y una vez próximas al objetivo se tomó rumbo norte para iniciar la carrera final. Los Super        Etendard, una vez fijado el objetivo, dispararon su Exocet y viraron de      regreso hacia la izquierda. Eran las 14:24 horas.

Los A-4C siguieron la estela que les marcaba el misil y en un acto de         heroico valor se dirigieron hacia el blanco bajo la incertidumbre de lo              que podía ser sus últimos segundos. La sorpresa había sido resignada,            los sistemas de defensa antiaérea británicos estaban alertados y          preparados para recibir al osado enemigo.

Ciento nueve segundos fue lo que tardó el Exocet en impactar sobre la          nave y ciento cincuenta y seis lo que demorarían en llegar los Skyhawk.          Así, cuando ya tenían al portaaviones en sus miras, el numeral tres pudo observar como el avión de su jefe de escuadrilla, Primer Teniente José    Vázquez, perdía parte del ala izquierda y casi inmediatamente su motor estallaba, seccionando el aparato en dos partes, cayendo hacia la i          zquierda y explotando contra la superficie del mar sin observarse la            eyección de su piloto. Aparentemente había sido alcanzado por un            mortífero misil de detección automática “Sea Dart”.

Por su parte, el avión número dos tripulado por el Primer Teniente Castillo          fue alcanzado pocos segundos antes de llegar al Portaaviones por la        artillería antiaérea destruyendo fragmentariamente su máquina. Un motor incendiado por la inercia que llevaba al momento de desintegrarse el            avión, impactó en el área del ascensor posterior y se introdujo en el interior

produciendo un incendio de grandes proporciones y cuantiosos estragos            en esa parte de la estructura.

El Primer Teniente Ureta y el Alférez Isaac lograron lanzar sus bombas con      todo éxito, impactando ellas contra la embarcación de 18.000 toneladas y estallando. Acto seguido se procedió a emprender el regreso hacia el continente. Durante la vuelta pudieron observar que un espeso humo            negro provenía de la nave recién atacada.

Vázquez fue ascendido post mortem al grado de Capitán y declarado            Héroe Nacional. La Base Aérea de Puerto San Julián añadió a su nombre            el del piloto mendocino, que recibió la máxima distinción del Estado Argentino: la “Cruz al Heroico Valor en Combate”.

 

Dice un dicho popular:

“Los ingleses se llevaron tres lecciones aprendidas de las Islas Malvinas:

1.-Que los Manuales de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico        Norte) sobre tácticas de combate aéreo-naval, estaban equivocados.

2.-Que la muerte podía llegar volando a ras del mar a 900 km/h.

3.-Y que EL CIELO SIEMPRE SERÁ DE LOS HALCONES!!! (Halcones se denominó a los valientes pilotos Argentinos)”.-

Fuente: fragmento de la publicación del Diario El Sol de Mendoza.        04/01/2022.

HCD General Alvear.-

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