19/2/18

Lecheros… ejemplos de responsabilidad rural

Por Lis Solé.

El lechero y su familia se levantaban temprano, a las tres o cuatro de la      mañana para estar a veces con reparo o no, ordeñando las vacas.
Familias numerosas donde todos, chicos y grandes, mujeres y hombres participaban en el ordeñe. Con frío o calor, lluvia o sequía, había que          realizar la ordeñada para cumplir con los pedidos en el pueblo, porque          muchas veces “… la leche era casi lo único que tenía la gente para comer”.
Antes del 1900, las epidemias que asolaban los pueblos eran producidas            en general por la falta de las medidas de higiene. Los médicos que          llegaron  a Alvear, entre ellos el Dr. Agesilao Milano desde el año1902 en adelante, propusieron una gran cantidad de medidas a fin de evitar el      contagio de las enfermedades, así como la apertura del Hospital              Municipal que se hizo efectiva en 1906.
Comenzaron con una serie de Inspecciones Municipales a fin de “revisar”        junto con el Veterinario Municipal el contenido de los tarros de leche        cargados para el reparto encontrándose en la vecina población de              Saladillo que, en la mayoría de los casos, la leche era de muy mala              calidad y “bendecida”, llegándose a encontrar “hasta tres partes de agua          en un litro”.
Así que se dictaron Ordenanzas…En General Alvear, en la Ordenanza N°            10 del año 1910, se exponen todas las exigencias para asegurar que la              leche de vaca llegue a los hogares en las mejores condiciones posibles.            Allí se estipulaba la obligación bajo la efectivización de severas multas,              de realizar a la leche y a los animales revisaciones periódicas para evitar intoxicaciones y la transmisión de las temidas enfermedades.
La tarea de tambo no era sólo el cumplimiento de la entrega de la leche          diaria en el pueblo pues la jornada arrancaba muy temprano con las              tareas de ordeñe, acomodar el caballo al carro y, una vez terminada la distribución por las casas del pueblo, volver y lavar perfectamente los        tarros, desatar el caballo, darle de comer y por supuesto hacer las              cuentas y anotar “los fiados”.
Lamentablemente, es imposible recordar los nombres de los primeros      lecheros de General Alvear tal como sucederá en todos los pueblos, pero        acá persisten unos cuantos en la memoria de muchos.
Así recuerda RODOLFO SOLÉ sus tiempos de lechero, haciendo el              reparto con su caballo “Chiche” que sabía dónde parar, cuánto tiempo          debía permanecer enfrente de cada casa, y mientras su hermano JUAN ANTONIO caminaba con el tarro por la vereda, el caballo iba solo al tranco        por la calle. Desde 1925 hasta el año 1950, María Iocco, Fermín, Juan        Antonio, Fermín (h.) y Rodolfo se ocuparon del tambo. Victoria ayudaba            en el lavado de los tarros junto a su madre. El carrito de reparto era muy      bonito, carrozado, amarillo, construido por don JUAN IGNACIO NEUVILLE,      con ruedas de madera que de tan bien hechas eran eternas y necesitan      apenas un retoque cada siete u ocho años. Dentro, también de madera,         tenía unos espacios para que quedaran anclados los tarros grandes de             8 o 10 litros y no se cayeran con el traqueteo.
La Ordenanza de 1910 reglamentaba hasta la forma de vestir de los          lecheros que “deberán observar el más perfecto aseo e higiene en su        persona y vestidos” . Y así iba siempre Juan Antonio en la década del              40, de  bombacha, saco, pañuelo al cuello, alpargatas y sombrero de              paja, impecable en su        sueño de tener un gran tambo concretado                  en el mejor tambo mecanizado            de la región, con vacas Holando y excelentes pasturas que aún verdean sus campos.
Por esos años los lecheros coexistían pacíficamente y trabajaban en            franca competencia. Cada uno tenía su clientela y era común ver, en una    misma cuadra y a la misma hora, dos o tres carritos abasteciendo al      vecindario. A una señal del lechero o de memoria nomás, el caballo        avanzaba lentamente hasta la casa del próximo cliente, deteniéndose espontáneamente a la espera de una nueva orden, siendo caballo y        repartidor sólo uno, acostumbrados al andar del otro.
Desde cerca del Vivero de Gorbea, venía Sabbattini, el viejito AMADEO SABBATINI que bajando por la calle Bernardo de Irigoyen dejaba                temprano la leche en las casas al grito de: -¿Cómo le va Sra.? en un              carro parecido a una jardinera.
Las mujeres siempre participaron en el ordeñe, pero también eran      repartidoras como NATALIA OLMOS DE ARANO que traía la leche en            sulky desde Villa Belgrano o ALICIA CRIADO DE MORENO que iba con              dos tarros grandes y otro chiquito.
LUISA DE COPLA Y ALICIA LÓPEZ DE MAN comenzaban el día a las                dos de la mañana; eran lecheras en lo de DOMINGO SALINARDI y              después del reparto, volvían a la chacra para hacer quesos y ricota con          doña AMALIA SALINARDI.
En el tambo se involucraba toda la familia: LIDIA DIMASI (pariente de los lecheros Finocchio-Lamayta) y su esposo “TETO” DE GREGORIO                llevaron el oficio con mucho responsabilidad durante treinta años, desde        1980 a 2010. Ellos siempre ordeñaban teniendo el “ternero al pie”. A la          tarde, separaban a todos los terneros de su madre hasta el otro día            después del ordeñe… Las vacas venían solas hasta la manguita a comer            y buscar el ternero. Tenían 30 o 35 vacas y primero, las ordeñaban a              mano, antes de llevar a los chicos a la escuela para después continuar            con el reparto de unos 170 o 200 litros por día.
La FAMILIA GIOBBI fue lechera de siempre: Evaristo y ANTONIO. Antonio abastecía incluso a La Martona, la más grande empresa láctea de la zona          con sede en Cañuelas, completando los carros cisternas que se llevaban            a la pasteurizadora.
EVARISTO GIOBBI y su familia vivían detrás del actual Balneario              Municipal y desde allá traía la leche en su carrito. Su mujer, NÉLIDA LIZ BEGUERIE DE GIOBBI cuenta lo duro de la vida del lechero, las horas de ordeñe debajo de la lluvia con el cabello largo pesado por el agua, con                los fríos o los calores que quebraban tierras y ganas, con el aire              renovado de los jóvenes que sacaban risas por cualquier motivo a pesar          de la pobreza.
Tantos nombres…MODESTO RUANO, lechero de años que venía desde              lo de Cholin con sus tarros de leche aunque lloviera a baldes; don              Samuel TORTELLi Y SU SRA, acompañados durante años por el “Petiso” ORLANDO LÓPEZ… FERMÍN FIGUEROA, de los años 40, el proveedor            oficial del Hospital; Juan Carlos López y su esposa “La PIBA” ALICIA MENGARELLI, que venían de la chacra sobre la Ruta 51, vecinos de            Fermín Solé; los BALDA, BERNARDO Y RAMÓN eran lecheros; OSCAR          BALDA también repartía la leche que el padre RAMÓN BALDA, ordeñaba.        Eran muy apreciados los quesos que traía “PERICO” ROSSI, con recetas gringas de las mujeres de la familia; HERALDO Y RUBÉN ZAPPACOSTA              de la Colonia Fortín Esperanza; VÍCTOR BARRAGÁN; ANTONIO DÍAZ ,          aquel que perdió la tropilla de tobianos que le mató el tren; el recordado      JUAN DORNACO hasta 1970, vecinos de Juan García, vendiendo leche        durante años… cada uno con su clientela vendiendo, en competencia                leal,   de uno a dos litros por moneditas que valían mucho, y cuidando              con celo a los “clientazos” de tres litros.
La cantidad de vacas ordeñadas variaban, nunca se ordeñaban las              mismas, de un plantel de unas 70 vacas en los Tambos grandes, se        ordeñaban 25 o 30 por día…Después están los que ordeñaban y cuando        venían al pueblo repartían leche a sus parientes y vecinos gratis como            don JUAN CASALE que traía la leche para todos los pupilos del Colegio Carmen A Micheo en damajuanas.
BERNARDO INDEFONSO CÓRDOBA también era lechero y como todos        ellos, llevaba anotados sus clientes en una pequeño cuaderno ajado;        nuestra apreciada ALICIA PASTORINI, cocinera en la Escuela 27 fue          durante muchos años lechera junto con sus hermanos; sus padres            CIRILO PASTORINI Y DOÑA VICENTA VILLAMARÍN se encargaban del          ordeñe con sus hijas menores y eran Alicia y Delia las encargadas del          reparto en sulky,,, MORENA, con su andar característico, haciendo el          reparto por el Barrio Ferroviario…
¡Cómo olvidar al GAPO GONZÁLEZ que llegaba con su vozarrón trayendo      todas las mañanas los botellones de vidrio de dps litros!
Los rigores climáticos de todas las estaciones se hacían sentir más que            en otras ocupaciones ya que la faena del lechero se efectuaba casi a la intemperie, tanto en el ordeñe como en el reparto, subiendo y bajando              del carro, en un constante entrar y salir de los domicilios de los clientes.          Era el único vendedor ambulante que tras pactar con la dueña, penetraba          en las casas para dejar su provisión en el recipiente que lo esperaba en        algún sitio de la cocina. Por eso, cuando nacía un hijo con un tono            diferente de piel o cabello del resto de la prole se decía en chiste que                ‘la culpa había sido del lechero’, una de las tantas chanzas y cuentos              que los tenían como blanco.
¡Cuántos nombres de mujeres, hombres y chicos lecheros quedarán en            el olvido después de estos más de 150 años del Pueblo Esperanza, hoy    General Alvear! ¡Cuánto sacrificio y trabajo rudo a la intemperie en mudo acuerdo con los animales y la naturaleza! ¡Qué bello es escuchar a doña NÉLIDA GIOBBI contar los “pactos” que hacían con caballos y vacas            donde el respeto era mutuo!
Humildad, esfuerzo, perseverancia, tenacidad, sacrificio, privilegio del       bienestar de la familia por sobre todas las cosas, responsabilidad en el      hacer.
Lechero… que el ruido de los carros, el grito de los teros o el gemido      lastimero de los terneros llamando a su madre mantengan su trabajo en              la memoria de todos y para siempre.

Foto: Juan Antonio Solé, de 18 años, con su carro en marzo de 1942 en             la chacra sobre la Ruta 51. Gentileza de Fánix Ballarini de Solé.
Nota; Agradezco a todos los vecinos y familiares de lecheros que con              sus recuerdos mantienen viva sus memorias y con sonrisas, el trabajo                de tantas familias dedicadas a esta profesión.

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